Quito

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Seguir el currículo en casa con una profesora particular es una de las propuestas con mayor acogida por partes de los padres de familia.Cortesía

La educación presencial en casa suma adeptos en Quito

Ya sea en las áreas verdes de ciudadelas, o con profesor particular, el retorno a las clases en vivo crece.  Docentes desarrollan programas exclusivos

Sin escuelas, guarderías o centros de apoyo escolar al alcance de la mano, la dinámica del aprendizaje y el cuidado en casa se han vuelto una realidad difícil de equilibrar para las familias.

Por ello, muchas familias en la capital han optado por contratar a profesoras particulares que van a las casas y enseñan a los niños de manera individual o con grupos reducidos, con el fin de continuar con su educación presencial.

Según el Ministerio de Inclusión Económica y Social ( MIES), han identificado 3.188 Centros de Desarrollo Infantil bajo modalidad de atención privada. Las directrices generales para el nivel de Educación Inicial Básica enfatizan que las clases debían tener un número máximo de 24 estudiantes. Hoy, por la pandemia y el aforo reducido, los grupos no sobrepasan los siete estudiantes.

“Teníamos miedo con los más pequeños porque les cuesta usar mascarilla, pero hay que ir poco a poco y tomarlo con calma”, indicó Pamela Rodríguez, madre de familia que se sumó a esta modalidad en septiembre del año pasado.

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Sus hijos, de seis, cuatro y dos años y medio, continúan sus estudios en el área comunal de su ciudadela, ubicada en el noroccidente de la capital. Acuden junto a otros pequeños, también residentes de la urbanización.

Los resultados, explica Rodríguez, han sido positivos. “Ahora es más personalizado y avanzan mucho más rápido. El siguiente año queremos quedarnos con el mismo formato, no solo por la COVID-19, sino porque aprenden más rápido”.

A esta propuesta, se ha sumado otra: el ‘homeschool’.

La propuesta consiste en un sistema de enseñanza personalizada para un solo alumno, realizada bajo los parámetros del Ministerio de Educación.

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En ciertas urbanizaciones, los costos de un docente se dividen entre los padres, y un grupo de hasta siete niños reciben clases presenciales.Cortesía

Según María Augusta Cousin, licenciada parvularia y pedagoga, el formato no ofrece contacto con otros niños, pero sí un método de enseñanza de atención priorizada a las necesidades de cada alumno.

“Cuando ves la necesidad al 100 % de cada niño y puedes hacer una planificación adaptada al estudiante, ves cambios rápidos”, reflexiona la docente.

A la semana, da clases presenciales a 4 niños en diferentes casas. Su estrategia, dice, es basarse en una metodología sensorial y corporal que pone énfasis en el juego solitario, y que se adapta a las circunstancias actuales.

“El ser humano es 100 % sociable, pero hay que sopesar las cosas. En este momento hay que precautelar la salud de los niños. Yo prefiero que la parte social quede en espera, porque eso se desarrollará en algún momento. Por supuesto, también dependerá de las necesidades de cada familia, pero con quienes trabajo prima la parte de la salud. A la final, es criterio de cada uno y respeto sus decisiones”, añade.

Para otras familias, sobre todo con padres que no tienen la posibilidad de teletrabajar, la reapertura controlada de centros de apoyo ha sido crucial.

Gabriela Lara, licenciada en Educación Inicial Bilingüe, ofrece clases en uno de estos espacios.

“Se veía la necesidad de que los chicos estén con otros niños, del contacto con los profes, de ver a los amigos, el cambio fue pura emoción. Yo también me sentía como niña otra vez. Dar clases en casa no me gustaba demasiado, para todos fue super positivo”, señaló.

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En el centro infantil hay distanciamiento en el grupo de 6, que antes era de 12. Los profesores tienen trajes de seguridad antifluidos, el visor y las mascarillas.

Los niños están divididos por horarios diferentes y el comedor es desinfectado y todos los lugares están ventilados.

“Los grupos pequeños son un beneficio, porque en épocas normales hay muchos niños y no sabes con quién tienes afinidad. Cuando son menos te puedes enfocar más, tienes una relación más personalizada”, enfatiza Lara.

Agrega que la vinculación entre los niños a nivel de socialización también se vuelve más estrecha entre los alumnos.

En lo que coinciden todas las educadoras, es en que la emergencia sanitaria ha generado en los padres de familia un mayor nivel de apreciación por la educación de sus hijos y mayor interés en ello.

“Los padres me decían ‘¡qué difícil! Teníamos que ser profesores, profesionales, limpiar la casa’, etc. Ahora apoyan más a las profes, comienzan a valorar mucho más tu trabajo”, señala Lara. Y a ello, Cousin acota que siente que finalmente hay un reconocimiento para los maestros. “Yo no propuse nada, me empezaron a llamar porque vieron esa necesidad”.