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La voz que no gusta

"Tiempo electoral es tiempo de promesas. De buenos propósitos y grandes metas. Hasta que llega el periodismo y desmonta con hechos las palabras vacías. Las ofertas de televenta. Qué manía tienen los medios"

Ser presidente. Ser vicepresidente. Ser asambleísta. Ser ministro. Dirigir un país. Gobernar. Decidir en qué gastar las millonadas que pagan los ecuatorianos en impuestos. Hay que ver cuántos aspirantes dicen ser capaces de hacer todo eso y, además, garantizando no equivocarse y no permitir la corrupción. Un lujo esta baraja presidencial con tantas opciones. Claro, hasta que llega la prensa.

Hasta que llegan esos ojos que se dedican a escudriñar más allá de los mensajes de televenta. Esos atrevidos que cuestionan cómo vive un político durante años, incluso décadas, si ha donado su sueldo o si lleva un tren de vida de millonario con un salario de miles y no de millones. Cuando los medios se fijan en lo que incomoda, son los villanos. Qué mala intención esa de no creer en las palabras. Qué manía esa de buscar si los hechos ratifican las promesas electorales. Qué malintencionados al revelar cómo se usan en beneficio personal los recursos público, que no son otra cosa que el dinero de todos pagado en impuestos.

Llegado ese punto, claro, la única estrategia política no es la de resolver los problemas o los puntos de fuga. No. Es señalar al periodista o al medio. Por fastidioso. Por antipático. Eso siempre es más fácil, efectivo y barato que depurar puertas adentro.