Editoriales

Poderes estancos

Se ve mal que la solución presidencial al problema de inseguridad y violencia sea juntarse con la máxima autoridad judicial y dar pautas a la constitucional. Mejor sería que actúe desde su cancha de poder sobre el origen del problema’.

Dos gestos irritan la interpretación más rigurosa del principio universal de separación de poderes del Estado. Los dos están relacionados y han ocurrido en menos de una semana. El primero, que el presidente del país se reúna y acuerde con la máxima autoridad judicial y con el titular de quien vigila a los jueces para actuar alineados. No firman los tres, pero se sentaron en la misma mesa en una cita que antepone el fin a los medios. El segundo se publicó en un video en internet y es el que pone blanco sobre negro en cuanto a la independencia de poderes. Es el mensaje del presidente de la Corte Constitucional que, por si a alguien aún no le había inquietado la primera escena, llama “injerencia” a la sugerencia de los tres primeros de no ser indiferentes. Que la voz constitucional tenga que salir a recordar cuáles son sus funciones y reproche el intento de influir en sus criterios solo muestra que los demás actores que ocupan otros espacios de poder se acercan -si no la han traspasado ya- a la línea entre el respeto irrestricto a los principios democráticos. La situación de violencia e inseguridad indigna y atemoriza a todos, pero la solución no es romper la camisa de fuerza de la independencia judicial, sino ir a la base de los problemas. Para atajarlos, no hay que romper la Constitución ni la institucionalidad, solo hay que tener voluntad y repartir recursos.