Editoriales

Personas, no cifras

'Más allá de una justificación coherente con el contexto de pandemia, el Gobierno no puede asumir con ligereza que se produzcan extravíos o confusiones con víctimas del COVID. Nadie está exento de responsabilidad ulterior’.

Que se pierda un cadáver, o dos o tres. Que ‘resuciten’ uno o dos presuntos fallecidos que estaban en realidad en los hospitales mal identificados o sin consciencia. Que se confundan los restos de un familiar con los de otros. Que sea un caso, o dos, o decenas o cientos. No se sabe a ciencia cierta, pero no importa. No son casos, no son los números los que importan. Son las personas, son las familias, son las historias. Es el dolor causado.

El Gobierno, más allá de dar una justificación más o menos coherente con el contexto de epidemia y de un sistema de salud y mortuorio desbordado, no puede asumir con ligereza que se producen ese tipo de errores. No puede despojarse de esos casos, aparentemente puntuales, las repercusiones humanas que van aparejadas. Porque nadie está exento de responsabilidades.

Los familiares afectados por estas accidentadas desapariciones tendrían todo el derecho a presentar un reclamo contra el Estado -como ellos mismos han anunciado- por los errores de gestión, por más que haya habido un contexto como el actual. No todo cabe bajo el paraguas de lo inesperado o de la enorme dimensión del coronavirus. Mucho menos, si se manejan esos casos como cifras y no como tragedias para los ecuatorianos aquejados.