El país no aguanta más

Tienen, Gobierno y manifestantes, la obligación de encontrar en noventa días soluciones equitativas y viables, y establecer un plazo razonable para su consecución

Ni cada tres años, ni dentro de tres meses. Ecuador no está en capacidad de resistir otro embate como el generado por la paralización y la violencia de las protestas indígenas. Por justos que sean los reclamos no pueden hacerse impidiendo a quienes no se están manifestando desempeñar sus actividades cotidianas ni acceder a los servicios que necesitan para subsistir.

Ningún logro justifica el sufrimiento de quienes no pudieron recibir atención de emergencia o tratamiento a sus enfermedades porque las vías estaban obstruidas. Ningún empresario ni ningún emprendedor o trabajador informal o formal (incluidos los periodistas) tienen por qué verse expuestos a agresiones, a daños a su propiedad privada o a la destrucción de su fuente de ingresos por querer laborar mientras los otros reclaman. Ningún miembro de la fuerza pública merece ser golpeado o perder la vida por tratar de imponer el orden.

Tienen, Gobierno y manifestantes, la obligación de encontrar en 90 días soluciones equitativas y viables, y establecer un plazo razonable para su consecución. Los negocios, grandes y pequeños, de los diversos sectores productivos no serán capaces de resistir otro golpe, tampoco el tejido social. El resultado sería la quiebra, la pérdida de miles de empleos y una debacle socioeconómica.