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Fausto Ortiz | Ajuste indoloro

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Si el repunte de la recaudación no se concreta, en 2026 tampoco sería necesario implementar nuevos impuestos

El FMI ha publicado un artículo de Karen Dynan, profesora de Práctica de Política Económica en la Universidad de Harvard, titulado Recuperar la participación de los economistas en la formulación de políticas, del cual extraigo el siguiente texto:

“Los economistas agregan valor al diálogo sobre políticas: conocen muy bien los temas en cuestión y los instrumentos necesarios para ayudar a anticipar los efectos de las distintas opciones de política. No obstante, existe una razón fundamental por la que a menudo los economistas pueden perder prestigio: su pensamiento está arraigado en concesiones y limitaciones. Los economistas explican la necesidad de elegir entre A y B, mientras que los políticos (y los ciudadanos) suelen quererlo todo. La formulación de políticas se vería enormemente beneficiada si pudiéramos recortar los impuestos y gastar más sin que aumente la deuda pública, contener la inflación sin que suban las tasas de interés, o ampliar el comercio mundial sin que se pierdan puestos de trabajo. Sin embargo, estas concesiones son ineludibles, aunque reconocer su existencia pueda resultar incómodo desde el punto de vista político”.

Me pareció un buen mensaje previo a analizar la situación fiscal del Presupuesto General del Estado al finalizar el primer semestre del año.

Aunque los impuestos recaudados este año (USD 8.836 millones) representan un récord histórico, su proporción respecto al PIB -13,6 %- es idéntica a la del año anterior. Esto lo sitúa apenas por debajo del promedio de los últimos 16 años (13,8 %) y un punto menos del nivel alcanzado entre 2012 y 2014.

Ese punto del PIB representa USD 1.300M de recaudación adicional que demandaría aumentar al menos dos puntos del IVA o la combinación de impuestos temporales con menores exenciones a impuestos como gesto de responsabilidad fiscal visible para los organismos internacionales.

Algunos economistas hemos insistido en que el inicio de este período presidencial ofrece la oportunidad de apostar por una mejora en la recaudación vía crecimiento económico, evitando tocar los impuestos este año y aprovechando la fase de recuperación del ciclo.

Si el repunte de la recaudación no se concreta, en 2026 tampoco sería necesario implementar nuevos impuestos. Sería más eficiente focalizar el subsidio al diésel, medida que podría aportar ese punto del PIB adicional.

Por supuesto que quisiéramos que todo ocurra al mismo tiempo, bajar el déficit fiscal con más impuestos y que venga acompañado de mejora en el empleo, recortar el gasto corriente, pero no el subsidio del 40 % de la Seguridad Social, aumentar la obra pública y que no se incremente la deuda, que seguramente no deberíamos pagarla. En la realidad algunas cosas se pueden hacer y otras no.

El país necesita un alto en el ajuste y pensar que es posible crecer sostenidamente a buen ritmo.

El resultado fiscal del primer semestre es deficitario en USD 1.200 millones. Aunque la cifra oficial lo proyecta en -2.800 millones para el cierre de 2025, mi estimación es que el déficit superará los USD 4.000 millones. Esta proyección está acompañada de la esperanza de que el Gobierno logre ejecutar los USD 2.000 millones del Plan Anual de Inversión, actualmente con rezago significativo.