Se fue la luz en prisión

Habrá buena voluntad y promesas, pero ninguna receta ni autoridad ha tomado control de las cárceles. Se levantan cada mañana los responsables de las cárceles y van al trabajo a hacer todo menos recuperar las prisiones’.

Los reos son contados cuando ellos quieren, no cuando la autoridad penitenciaria lo dispone. No hace falta más muestra que ese detalle para ser conscientes de que el control carcelario es una utopía, un deseo más que un estatus perdido. Y con esa realidad, se convive, se gobierna, se van a la cama a dormir los responsables y se alistan cada mañana para una jornada más de trabajo público en la que harán muchas cosas menos retomar el control de la parcela del Estado de la que están a cargo: las prisiones.

No se entiende para qué hablan de rehabilitación social si ni siquiera saben cuántos reos hay, si ha muerto alguno o si se ha fugado otro, salvo cuando ellos mismos se dejan contar. Cómo van a preocuparse por facilitarles alternativas de educación y oportunidades laborales cuando cumplan su condena si esos son ejes del derecho penal de las películas, no de la realidad ecuatoriana. Y vuelta a lo mismo, con esa certeza pasa un día y otro y un año y una emergencia y un presupuesto y un gobierno y una Asamblea y el tiempo que sea porque no hay luz que alumbre el problema ni mucho menos la solución.

Hay promesas, eso sí, hay recetas y hasta buena voluntad, motivación, ganas de hacer las cosas bien, pero el mismo resultado: el control lo tienen los internos. El Estado es un papel.