Eternizando el caos

La pobreza de su pueblo nunca estuvo en la mente del líder indígena cuando llamó a caotizar el país. Si lo estuviera, hace rato habría empezado a hablar con el Gobierno. Lo que está en su agenda es lo que le interesa a otros que viven fuera.

Se están dando todas las circunstancias para que pare el paro nacional lanzado por los dirigentes indígenas, respaldado por sus bases y usurpado en la sombra por la oposición que vive más lejos que cerca -tanto geográfica como políticamente-. Si no se extingue es porque están interesados en eternizarlo artificialmente.

El Gobierno ha dado muestras de acercamiento suficiente como para que si hay 10 urgencias o mejoras económicas que conseguir se sienten ambas partes a definir en dónde ceden y en donde aprieta. Pero eso no ocurre. No ocurre porque el dirigente indígena -y solo él- no quiere. Ahora sí hablo, ahora ya no. Ahora nos reunimos y ahora desmiento todo. Ahora hablo contigo y ahora convoco a los cinco poderes, como si alguna de la medidas sobre la mesa dependiese de la Justicia o de alguien más que del Gobierno.

Nada más hay detrás de esas decisiones que una estrategia. Cada vez está más claro. El paro y la pobreza de su pueblo no han sido más que una excusa para que él y su socio con residencia europea se repartan otra vez el país. Que caoticen todo porque solo a río revuelto pueden encontrar una oportunidad. Seguir las reglas nunca fue propio de su gestión, cuando es mucho más ágil y seguro poner dinero e intereses sobre la mesa.