Ejemplo privado
Porque ese tipo de servicios llevan aparejada una consideración de necesidad primordial y no pueden entenderse solo como un negocio rentable.
La deslegitimación ciudadana a la función pública, tras el reguero de irregularidades que, cuando no configuran un delito dan cuenta de la distancia moral respecto de las necesidades de una sociedad, conduce la mirada de muchos hacia el sector privado.
La eficiencia y optimización, imposibles de acodar cuando se trata de una empresa que no se nutre de un flujo de fondos como los impuestos que sostienen lo público, convierten a la gestión privada en una alternativa complementaria y deseada para servicios.
Esa realidad ecuatoriana se aprecia en ejemplos como la construcción de infraestructura o la prestación de salud. Pero no se libra de una mirada crítica. Si la falta de ejemplaridad no llega de lo público, con más énfasis debe provenir de lo privado. Hay menos margen a errores al proveer, por citar algún aspecto, agua, luz, cobertura telefónica o internet. Son servicios de alcance masivo, de clientela inagotable, de primera necesidad. Y, al mismo tiempo, de quejas recurrentes. Si la gestión pública no debería sentirse cómoda con las fallas, la administración privada no puede permitírselas. Sean ejemplo: si falta internet, se extiende la red. Y así con todos. Porque ese tipo de servicios llevan aparejada una consideración de necesidad primordial y no pueden entenderse solo como un negocio rentable. La salud, la educación, el futuro dependen de ellos.