Editorial: Secretaría del Silencio
El Gobierno olvida que callar no hace desaparecer las dudas. Solo incrementa la sospecha sobre quienes guardan silencio
El silencio es ruidoso. El Gobierno Nacional ha preferido callar antes que dar la cara y responder con claridad a los ciudadanos ante señalamientos o críticas. Está claro que esa es la estrategia de la Secretaría de Comunicación, que bien podría cambiar su nombre a Secretaría del Silencio. No obstante, es deber de los medios de comunicación insistir en esas interrogantes incómodas, aunque la respuesta sea no decir nada. En el fondo, el silencio también es una respuesta: válida para algunos, cuestionable para otros. Eso lo debe juzgar el ciudadano.
El Gobierno olvida que callar no hace desaparecer las dudas. Solo incrementa la sospecha sobre quienes guardan silencio. ¿Por qué no se precisa el precio de la expropiación de los terrenos de los familiares del presidente y de otros propietarios en la zona de construcción del Quinto Puente? ¿Existe alguna explicación sobre la contradicción del ministro del Interior respecto a la conversación que tuvo con el líder de Los Choneros, la cual previamente negó? ¿Por qué no se aclara la participación del exministro del Interior -ahora embajador de Ecuador en Colombia- en los contratos con Progen?
Esas dudas no se disiparán con cortinas de humo ni desviando la mirada. Son interrogantes válidas que, en algún momento, deberán ser respondidas. Tal vez no hoy, pero sí más adelante.