Editorial | Quito: los concejales no deben tener privilegios
Los concejales deben recordar que como funcionarios públicos que son no deben gozar de privilegios
Quito tiene la imagen de una ciudad de capa caída. Su sistema de calles y avenidas está pobremente pavimentado, el aire está contaminado por la combustión de buses y camiones sin el más mínimo control, y el cableado en los postes la afea de forma grosera. A eso hay que agregar la caótica movilidad, sobre todo la que une a los valles aledaños con el corazón de la ciudad.
Poco se ha hecho durante el primer año de gestión de la actual administración para solucionar esos problemas y, más bien, la situación se ha agravado en muchos aspectos. En ese escenario, la noticia sobre la reciente decisión del Municipio de dotar de un sistema de alarmas de seguridad a los barrios donde viven los concejales aparece como un insulto para los quiteños. Aún más, cuando se sabe, por boca de un concejal, que los costos para hacer esta instalación no tienen presupuesto. Los concejales deben recordar que, como funcionarios públicos, no deben gozar de privilegios, a costa del presupuesto público, que la población común no tiene.
La ciudad tiene problemas que exigen acciones urgentes y mientras el Municipio no los enfrente, no se puede tolerar esta forma de abuso de poder. En lugar de pensar en sus necesidades de seguridad, los funcionarios deberían dedicar todos sus esfuerzos para darle, al menos, una fachada estéticamente más digna a la capital.