Editorial | El nocivo silencio gubernamental
Los ministros y funcionarios públicos deben abandonar su zona de confort y asumir su responsabilidad de informar con claridad
En un Ecuador que enfrenta múltiples crisis estructurales, la comunicación fluida entre autoridades y ciudadanía no debe ser la excepción, sino una regla democrática fundamental que se cumple. Sin embargo, el actual gobierno ha optado por una estrategia comunicacional restrictiva, que evade el escrutinio público y limita el acceso a la información. Esta postura no solo es contraproducente para la gestión gubernamental, sino que representa un retroceso preocupante en la transparencia que la ciudadanía merece.
Los ministros y funcionarios públicos deben abandonar su zona de confort y asumir su responsabilidad de informar con claridad y periodicidad sobre sus acciones. Son servidores públicos que no deberían optar por el silencio cuando las decisiones o efectos de un problema son controversiales. La figura de la vocería gubernamental, que aparece una vez por semana, no puede convertirse en un filtro que obstaculice el acceso a la información para medios críticos, reinstaurando el modelo comunicacional controlador que caracterizó a gobiernos pasados.
La democracia ecuatoriana requiere canales de comunicación amplios y accesibles que permitan a la ciudadanía ejercer su derecho a la información y, consecuentemente, su rol de fiscalizar y exigir verdaderos cambios.