Editorial | Emergencias inútiles y violencia sin freno

Ni decretos ni militarización logran frenar las mafias que controlan cárceles y calles

El recrudecimiento de la violencia en Ecuador exhibe la inutilidad de las declaratorias de emergencia, reducidas a gestos políticos que no detienen el avance criminal. Los decretos, presentados como respuestas firmes, se diluyen entre discursos huecos y operativos improvisados, mientras en Durán se asesina a funcionarios públicos que se niegan a someterse a las mafias. El mensaje es brutal: ni el propio Estado puede proteger a quienes lo representan.

Las cárceles, epicentros del terror, revelan la misma farsa. La militarización es solo una fachada en los exteriores, mientras al interior el control sigue en manos de los reclusos y sus jefes. Los organismos responsables parecen incapaces -o renuentes- de romper la cooptación criminal, y por eso los guías penitenciarios que no se alinean son ejecutados como advertencia.

El país está atrapado en un ciclo perverso: emergencias que se repiten, promesas que no se cumplen y una violencia que no deja de escalar. La ciudadanía no requiere de más decretos, sino de un Estado que ejerza autoridad real, que enfrente a las mafias con estrategias integrales y sostenidas, como parte de un plan que realmente dé resultados efectivos y palpables. Porque mientras los criminales marquen la agenda y el miedo sea la norma, la democracia seguirá desangrándose.