Editorial: Coherencia en el discurso
Llevar las riendas de este país es una tarea mayor, debido a la diversidad y gravedad de los problemas que enfrenta
Pareciera que el Gobierno enfrenta, circunstancialmente, el dilema shakesperiano de ser o no ser, y toma posturas en función de aquello que le resulte más favorecedor. Así lo ha evidenciado en las audiencias ante la Alta Corte, en las comparecencias donde se discute la inconstitucionalidad de las leyes de Inteligencia, de Solidaridad y de Integridad Pública, aprobadas por el Legislativo.
Los abogados encargados de su defensa han tenido tan limitado desempeño, que incluso su sola designación para tan elevado debate pretende desmerecer la solvencia doctrinal de la Corte Constitucional. No obstante de ello, aparentemente busca demeritarla aún más al calificarla de ‘correísta’, por no fallar a favor de los contenidos de dichos cuerpos legales objetados y posicionándola como contraria a los intereses ciudadanos. Sin embargo, el hecho de ser ‘correísta’ no ha sido un obstáculo a la hora de incorporar a su equipo de trabajo a antiguos colaboradores del régimen que permaneció toda una década en el poder.
Llevar las riendas de un país es una tarea mayor. La diversidad y la gravedad de los problemas que vive el Ecuador exigen que quien gobierne lo haga rodeado por profesionales de gran envergadura y trayectoria, con un historial limpio y capacidad sobresaliente. Y exige también ser coherente en el discurso. Ser o no ser no es algo que deba decidirse en función de la coyuntura.