Editorial: Entre accidentes y delincuencia
Viajar se está convirtiendo en una decisión de alto riesgo para los ecuatorianos
Movilizarse hacia las playas, a la Sierra o al Oriente por las carreteras del país es una cuestión de riesgo, no solo por las afectaciones del invierno en la red vial sino por la alta probabilidad de ser víctimas de accidentes de tránsito o de algún acto delincuencial.
El peligro de ser asaltados o secuestrados al desplazarse por las diferentes rutas ha hecho que los viajes nocturnos estén vetados. Sin embargo, la inseguridad no acaba al llegar al destino elegido, pues al menos en la Costa, pese a la militarización de algunas poblaciones, los sicariatos y enfrentamientos entre bandas narcocriminales no han cesado y se puede ser blanco fácil de balas perdidas.
Por el lado de la transportación el panorama no es mejor. Buses circulan por las vías a exceso de velocidad, protagonizando con mucha frecuencia lamentables accidentes. En el último feriado, una unidad se estrelló a la entrada de Cuenca por fallas de los frenos, lo que lleva también a cuestionar cómo es que pasan las revisiones vehiculares y obtienen el permiso de circulación. Las instituciones reguladoras del tránsito no están ejerciendo un control efectivo. Las cifras de accidentes evidencian que son meros entes recaudatorios, que ni previenen ni sancionan y que en muchos casos han sucumbido a la corrupción.