Sin dinero y sin fiducia

'La fiducia, esto es, la aceptación colectiva de un liderazgo, es el resultado de una buena gestión; un sentimiento intangible que permite, inclusive, sobrellevar reveses y aceptar la autoridad’.

El buen gobierno, la sana economía y la confianza ciudadana van de la mano y otorgan legitimidad. La fiducia, esto es, la aceptación colectiva de un liderazgo, es el resultado de una buena gestión; un sentimiento intangible que permite, inclusive, sobrellevar reveses y aceptar la autoridad.

El problema de este gobierno es que carece de los atributos de ser bueno y contar con recursos, por lo tanto no es merecedor de la confianza. En el medio de la mayor crisis económica en veinte años y la mayor de la historia en materia de salud pública, la percepción de los ecuatorianos es que la falta de visión, la fragilidad ejecutiva, la deshonestidad que rige la política y las decisiones equívocas conducen al país por un despeñadero de inimaginables consecuencias. El déficit presupuestario es mucho más abultado que lo previamente anunciado; no hay plata para pagar a la burocracia; tampoco existe la voluntad para corregir las falencias de un aparato estatal disfuncional; y todo este cuadro se da en el medio de una tragedia nacional.

Las acciones y omisiones del gobierno nos han robado el presente y comprometido el futuro. Se ha hecho digno del menosprecio y de la desconfianza.