Ciudades sin noche

Pareciera que luego del obligatorio encierro que determinó la pandemia, ahora es el miedo, generado por el avance delincuencial, quien lo mantiene’.

Un sector importante para el ansiado logro de la reactivación económica, generadora de empleo y, por tanto, de bienestar para todos, es el que se inicia luego del atardecer. Aunque dada la crisis que afecta a los ciudadanos no se sale de noche tanto como antes, al menos los fines de semana cubrían los requerimientos de los diversos tipos de locales nocturnos: teatros, cines, cafeterías, restaurantes, expendios en gasolineras, incluso recorridos turísticos, etc., etc. Ciudades como Quito, Guayaquil, Cuenca o Manta se han caracterizado por una espléndida actividad nocturna que ahora se ve ensombrecida, más allá de los efectos de la pandemia de la covid-19, por el miedo a sufrir un asalto o hasta a perder la vida, por el simple hecho de salir a pasear.

El desborde delincuencial que en urbes como Guayaquil cerró los parques, hoy también cierra las calles. Si bien peligrosas en la mañana y en la tarde, lo son especialmente cuando cae el sol y la ausencia de alumbrado público y de vigilancia policial favorece el delito que amenaza con tomarse nuestras ciudades, cambiar nuestros hábitos y evidenciar su intolerable hegemonía.

Tiempo es ya de un esfuerzo conjunto de las autoridades y los ciudadanos, que les devuelva la noche a quienes realizan sus actividades laborales en esos horarios.