Piedra y precariedad de la razón política

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Es precisamente en este momento cuando se revela con fuerza y verdad total, no solo lo que deja la presencia del virus que salió de China a recorrer el orbe creando a su paso dolor, angustia, miedos y muerte.

La política solo existe en el ámbito de la libertad y viceversa. Eso lo dejó establecido Hannah Arendt. Pero el ejercicio que de ella hacen los políticos la ha confundido, extraviado y prostituido. Por eso en estos momentos en que la biología invade la sociedad y la pandemia se despliega en medio de angustia, desesperación y temores, es cuando se hace más evidente el enanismo mental, cognoscitivo y decisional de gobernantes y políticos. Ya no son las fuerzas políticas y los mezquinos intereses partidistas de quienes dependemos a futuro. Ahora estamos en el pensar y hacer de lo que proponen y dicen epidemiólogos, médicos y salubristas, etc., gente que siempre sale a dar la cara en estas situaciones. Es precisamente en este momento cuando se revela con fuerza y verdad total, no solo lo que deja la presencia del virus que salió de China a recorrer el orbe creando a su paso dolor, angustia, miedos y muerte; sino que toda la humanidad tiene pruebas suficientes de la quiebra y precariedad de la “razón política” que presidentes, líderes y gobernantes de muchas naciones del mundo exhiben.

No se hizo caso a lo que dijo el oftalmólogo chino que advirtió hace meses lo que se venía. Luego los burócratas chinos se disculparon. Igual irresponsabilidad mostró la ignorancia de Bolsonaro. Dijo que era una “gripecita”. Que no se diga la insensata demagogia del populista López Obrador, desoyendo lo que decían los epidemiólogos, salubristas y la OMS. Semejante comportamiento tuvo el millonario gobernante Trump, que incluso declaró que no era necesario paralizar la economía de Norteamérica, hasta que la situación y la fuerza de la epidemia convirtieron a EE. UU. en epicentro de la situación actual. Y no se diga el ministro prepotente y totalitario inglés Boris Johnson. Tampoco podían faltar las torpezas del jefe de la narcomafia venezolana, Nicolás Maduro.

Todos, del primero al tercer mundo, dejan ver lo elemental, incompetente y precaria que es su “razón política”, que ha mostrado quiebre. Esto dice que las razones para la dirección y destino social de la humanidad no están en los políticos y gobernantes, sino en lo que sugieren hacer los epidemiólogos. Sigamos obedeciendo lo que ellos recomiendan, eso es lo que podrá salvarnos y protegernos.