La vida pospandemia

La pandemia característica de nuestra sociedad es la del COVID-19. Hasta el mes de marzo de 2022, alrededor de seis millones de personas habían fallecido a nivel mundial a consecuencia de la COVID-19.
Durante la segunda mitad del siglo II d. C. el Imperio Romano se vio azotado por una terrible epidemia que causó la muerte de cinco millones de personas. La Plaga Antonina terminó con el diez por ciento de la población romana. Fue, sin duda, la peor crisis sanitaria de la historia de la Antigua Roma. La peste Antonina constituye una de las coyunturas médicas más relevantes para el devenir del mundo clásico y occidental, quizá al mismo nivel de la peste negra en el siglo XIV o la gripe española en 1918. Esta peste perturbó todas las dimensiones de vida del género humano en el Imperio Romano tales como la economía, la política, la religión y la cultura.
La pandemia característica de nuestra sociedad es la del COVID-19. Hasta el mes de marzo de 2022, alrededor de seis millones de personas habían fallecido a nivel mundial a consecuencia de la COVID-19. Las indicaciones para la protección esa enfermedad siguen siendo las mismas desde el principio de la pandemia: mantener el distanciamiento físico, llevar mascarilla, ventilar bien las habitaciones, evitar las aglomeraciones, lavarse las manos y, al toser, cubrirse la boca y la nariz con el codo flexionado o con un pañuelo.
Veo muchas similitudes entre estas pandemias. Las dos han provocado daños duraderos en las dos sociedades. Lo que más me preocupa de esta es el daño social que ha dejado. Yo puedo vivir sin tener abrazos no deseados de señores que no entienden lo que es el espacio personal. Pero miro a mi hermana de 12 años que ha visto su niñez cambiada drásticamente por esta pandemia. Sin tener clases presenciales continuas durante tres años, ella pasó de primaria a secundaria sin fiestas, sin salidas al ‘mall’. No ha tenido la oportunidad de vivir su niñez tranquila.
Me gusta ver hacia el futuro y pensar que poco a poco nos movemos en nuestra nueva realidad, pues si no abandonamos el miedo nos quedaremos sin vida por vivir. Es fundamental que ahora empecemos a vivir, salgamos (con precaución), viajemos, pero sobre todo volvamos a ejercer nuestra humanidad.