Premium

La importancia de la primera dama

Avatar del Sophia Forneris

El cónyuge del presidente no es elegido para ocupar un cargo

Aclamada por su ahora famosa advertencia de que los padres fundadores de los Estados Unidos “recuerden a las damas” en sus nuevas leyes, Abigail Adams no solo fue una de las primeras defensoras de los derechos de las mujeres, sino que también fue una confidente y asesora vital de su esposo John Adams, el segundo presidente de la nación.

Desde sus primeros días de casados la pareja inició una extensa correspondencia que proporciona información sobre el clima social y político de los períodos revolucionario y la época antes de la nueva república. En estas cartas ella escribía: “ Ojalá alguna vez me escribiera una carta que sea por lo menos la mitad de larga como las que yo le escribo. Y dígame, si puede, ¿dónde se ha ido su flota? ¿Qué tipo de defensa puede hacer Virginia contra nuestro enemigo común?”

En 1776, mientras su marido participaba en el primer congreso continental, Adams escribió su carta más famosa: “recuerden a las damas”. En ella añadió: “Anhelo escuchar que usted ha declarado su independencia, y por cierto, en el nuevo código de leyes que supongo será necesario que usted haga, deseo que recuerden a las damas y sea más generoso y favorable con ellas que sus antepasados. No dejéis ese poder ilimitado en manos de los esposos. Recuerde que todos los hombres serían tiranos si pudieran. Si no se presta especial cuidado y atención a las damas, estamos decididos a fomentar una rebelión ya que no nos regiremos a ninguna ley en la que no tengamos voz o representación”.

El cónyuge del presidente no es elegido para ocupar un cargo y, sin embargo, debido a su cercanía al presidente, el servicio público es inherente a ese cargo. Como personificación del poder, el presidente y su familia enfrentan un escrutinio continuo durante su período, sin importar su ideología o resultados.

Las primeras damas en este país han sido criticadas por hacer demasiado y por no hacer lo suficiente. Cada mujer ha tenido que crear sus propias reglas y definir su propio papel sin la guía ni las limitaciones de ser elegido como gobernante. Al igual que toda posición pública, este rol seguirá cambiando y adaptándose; algún día puede que incluso haya un ‘primer caballero’.