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Refundar la Justicia

Avatar del Rubén Montoya

Sin una Justicia independiente y protegida no habrá salida. ¿Qué necesitamos para aceptar que la corrupción ha hecho allí metástasis?

Cuando un país, como el nuestro, tiene un rosario de injusticias sociales, es común escuchar que necesita ser refundado. Los políticos de toda laya, amorales y oportunistas, pregonan que se lo hace diseñando constituciones a la medida, que después ni a ellos mismos satisfacen. Y vuelven a la noria de asambleas constituyentes que no han superado los graves problemas institucionales.

Mientras una nueva clase política no barra a los dinosaurios nefastos, conviene guardar el diagnóstico y tratar de resolver problemas puntuales. Esperar a que una mágica constitución lo haga, deja de ser ingenuo y se vuelve cínico. Hay problemas que debemos enfrentar “para ayer” y uno de ellos es la Justicia. Sin una independiente y protegida no habrá salida. ¿Qué necesitamos para aceptar que la corrupción ha hecho allí metástasis?

Una noticia que en un país sano sería un escándalo pasa desapercibida por una sola razón: es parte de la cotidianidad. Ya no apesta que un juez libere a un presunto delincuente, de paso reincidente, a horas de que la Policía Nacional -a la que le cuesta bastante trabajo hacerlo- lo haya capturado. Reviso el archivo: casos como el del pasado lunes con el presunto líder de Los Tiguerones no es nuevo ni aislado.

En Ecuador hemos visto cómo un narco fue condenado a 17 años de prisión y tras cumplir ni un cuarto de la pena fue liberado, o cómo se redujeron drásticamente condenas, aunque las sentencias estaban ejecutoriadas. La extorsión o la coima de los narcos es cuchillo caliente en mantequilla.

Y aunque es entendible que un juez o un fiscal no pueda atajar la amenaza de matarlo, ¿nos quedaremos con ese argumento para justificar que nuestra Justicia es un remedo atroz? Especializar a los jueces, blindar su accionar administrativa y legalmente, diseñar un entramado normativo que no permita las argucias de tinterillos… Mucho por hacer.

Y junto a eso, entender que la vía militarizada no es la salida para combatir al crimen organizado. Más se lo hiere cuando se ataca su nervio económico. Allí, en las cuentas que maneja en las entrañas del ¿impoluto? sistema financiero, se encuentra su Némesis.