Campaña electoral sin fin

Para resolver las fallas estructurales se requieren visión de futuro y sentido del deber público, virtudes que no entran en el diccionario de nuestros políticos...
Si los políticos que elegimos son el reflejo de lo que somos, muy mal vamos. Ellos entienden que lo fundamental no es trascender, sino llegar. El éxito, entonces, no es gobernar para el bien colectivo y dejar una huella: es ganar una elección. Por eso explotan el clientelismo más simple, que se nutre de los beneficios de la inmediatez: la entrega de dádivas y favores que remedian calenturas temporales, pero no resuelven ningún problema estructural.
A 9 meses de los comicios seccionales que renovarán alcaldías y prefecturas, estamos inmersos en la carrera por el poder local: la campaña eterna acelera. En Guayaquil hay cuatro nombres que babean por el cargo, y uno de ellos es el de nuestra alcaldesa, que se hace promocionar como "la mejor de la historia", para merecer la reelección...
¿La mejor? Si ella es la mejor, chiquita es nuestra vara. Porque, de paso, quienes al parecer le harán calor -Jimmy Jairala y Marcela Aguiñaga; y Nicolás Lapentti si los socialcristianos deciden suicidarse- son de los que no quieren trascender: solo quieren llegar.
Para ser la mejor debería haber resuelto alguno de los problemas endémicos de una ciudad que tiene deudas públicas tan malolientes como el estero que la circunda. Por ejemplo, un tránsito de los más caóticos de la región. O un sistema de alcantarillado que tiene atraso de décadas. O un servicio del agua, que de potable no tiene ni la p. ¿Alguno de ustedes puede beberla del grifo, que es lo mínimo que merece una ciudad que se precia de ser el pulmón económico de todo un país? Guayaquil es una ciudad en la que ni algo tan simple y hermoso como caminar se puede. Porque es un suplicio... O un peligro.
Para resolver las fallas estructurales se requieren visión de futuro y sentido del deber público, virtudes que no entran en el diccionario de nuestros políticos porque lo suyo es vivir en constante campaña electoral: ofrecer, cumplir a medias, entregar kits de lo que sea, institucionalizar bonos que perennicen la pobreza.
Con ellos en permanente campaña, las enfermedades sociales de fondo seguirán intactas. Y nos conformaremos con pastillas para bajar fiebres.