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El miedo a los ‘narcovecinos’

Avatar del Rosa Torres Gorostiza

El poder del narco, que ha permeado actividades comerciales y profesionales, continúa extendiéndose peligrosamente en el país.

La llegada de nuevos habitantes (dueños o inquilinos) a las casas de las urbanizaciones cerradas de las vías a la Costa, Samborondón y Salitre ha empezado a causar mayor zozobra, más aún si los vecinos tienen comportamientos raros o sospechosos que hagan presumir actividades opacas.

El temor de los residentes, expuesto en chats, asambleas de propietarios y conversaciones sociales, no solo es por los delincuentes, sino por las personas que habitan cerca, más que nada los recién llegados, porque nadie quiere a los que han comenzado a llamar narcovecinos ya que la violencia criminal llega con ellos, como ocurrió el fin de semana en la urbanización de La Aurora (Daule).

En el país, la palabra narco está anteponiéndose a las múltiples actividades cotidianas y a los profesionales vinculados a las actividades del tráfico de drogas, que se han extendido por todo el territorio nacional.

Antes se hablaba de narcoavionetas, narcolavado y narcoviolencia. Ahora se habla de narcogenerales, narcopolicías, narcomilitares, narcojueces, narcofiscales, narcocandidatos y narcopolíticos.

La decisión del Gobierno central, de entregar a la Fiscalía una lista de 28 nombres de candidatos con supuestos vínculos con el narcotráfico, la minería ilegal y otros delitos, no sirve de mucho a los electores si los nombres de esos aspirantes a dignidades en once provincias del país, no son expuestos antes de los comicios seccionales del próximo domingo 5 de febrero.

El Frente Parlamentario Anticorrupción, liderado por Fernando Villavicencio, que presentó a la Fiscalía el primer listado de nombres de candidatos, partidos y movimientos políticos presuntamente relacionados con el crimen organizado, tampoco aporta mucho al combate de las actividades ilícitas y a evitar que en el futuro tengamos narcoalcaldes, narcoprefectos o narcoconcejales en los gobiernos locales.

Las investigaciones iniciadas y los procesos judiciales en marcha hacen sospechar que ya tenemos narcoasambleístas, como en su momento los tuvo Colombia con Pablo Escobar. Lo que hay que descubrir, -  y ese trabajo es de la Fiscalía, la Policía y la UAFE, es quiénes son los políticos, candidatos o no, que están al servicio del narcotráfico, que pueden ser los narcovecinos.