“El valor de las cosas”
Si no le gusta o es caro, no compra.
Si estamos perdidos en el desierto, una botella de agua vale más que un diamante o un millón de dólares. Una joya, con valor sentimental muy grande para nosotros, no la vendemos “ni por todo el dinero del mundo”.
Estrellas de cine y TV o deportistas tienen megaingresos frente a trabajos con mayor esfuerzo intelectual o físico. Dizque para evitar abusos e injusticias, legisladores, gobernantes teóricos y activistas políticos, buscan la equidad en los intercambios e interfieren, arbitrariamente, en las transacciones.
Cualquier autoridad “fija los precios”. Beneficia a unos y perjudica a otros. Genera carestía, escasez, especulación, defraudación.
¿Cómo determinar “el valor de las cosas”? Quiénes las hacen, cuándo y en dónde se hacen, cómo las hacen, cómo las adquieren y bajo qué circunstancias valoran.
El “valor de las cosas” es el valor de “horas hombre”: David Ricardo (1772–1823, teoría del “valor trabajo”, seguida por Marx). Y los “clásicos”: El “valor” de las cosas deriva de los materiales usados en construirlas.
“El “valor de las cosas” (Eugen von Böhm-Bawerk 1851-1917) no surge del trabajo, sino de los deseos que satisfacen a la gente. Menger, Jevons y Walras (1871) con la “revolución marginalista” terminaron las disputas. Surgió la teoría del “valor subjetivo”, que contradijo la filosofía y lógica de que uno gana y el otro pierde (ganar-perder) y”, sin autoridades redentoras de injusticias sociales, cambió por la de “ganar-ganar”.
El “valor subjetivo” y la “utilidad marginal” robustecen el intercambio libre y voluntario. En los negocios las partes reciben bienes y servicios más valiosos para cada uno. Ambas ganan. Nadie influye en el precio.
Toda compraventa debe ser voluntaria y libre. Sin monopolios. En todo negocio la “valoración” la hacen los consumidores. “Su” dinero por cosas que valoran. Si le es “útil” y “escaso” cada persona le da “su” valor a la cosa.
Si no le gusta o es caro, no compra. “El valor de las cosas”, en el mercado competitivo, refleja lo que la gente quiere.