Columnas

Mensaje equivocado

"Cuidado estamos enviando un mensaje equivocado a nuestra juventud: que lo malo y corrupto se está convirtiendo en bueno y permitido"

Dentro de una sociedad icónica como la nuestra, cuando se están invirtiendo los roles garantistas por los de complicidad, donde se rasgan vestiduras como defensores y realmente despeñan papeles de encubridores de irregularidades y corrupción o patrocinadores de ellas, poca esperanza quedaría entre los que no comparten esta tendencia de la “New Age Revolutión”, que como símbolo de los tiempos emerge como fantasma de la decadencia.

¿Qué mensaje transmitimos a los ciudadanos, cuando una Asamblea que no puede o no quiere, conseguir votos para aprobar la Ley de Extinción de Dominio y recuperar los recursos del Estado, sí los consiguen para sancionar políticamente a una ministra de Gobierno por cumplir su deber de proteger a toda la sociedad ecuatoriana del ataque de turbas de saqueadores, delincuentes, subversivos y terroristas que arrasaron entre otras, a la ciudad de Quito? ¿Qué mensaje percibe la sociedad cuando en comisiones se tapan irregularidades y delitos graves, como el abuso sexual de estudiantes, y no llaman a juicio político a su responsable, como parte de contubernios internos de actores políticos? No se sanciona o expulsa a asambleístas con glosas, con órdenes de captura o fuera del país, pero siguen cuidándoles la chamba, por si volvieran.

Nuestras generaciones, confundidas, creen que el robar se torna lícito si en algo se trabaja o retribuye al pueblo. El trabajar en beneficio de la sociedad es obligación de los funcionarios públicos, mientras que el robar o apropiarse de recursos públicos es un delito que debe ser sancionado y no elevarlo a oferta electoral… “Robó, pero hizo”.

La decadencia de las sociedades se da cuando sus integrantes pierden el sentido del respeto, honestidad, valores éticos y morales, así como de principios legales y ciudadanos. Todavía estamos a tiempo de parar esta escalada delictiva que usa una maraña legislativa e intríngulis legales instaurados en el sistema para proteger a los delincuentes. Cuidado estamos enviando un mensaje equivocado a nuestra juventud: que lo malo y corrupto se está convirtiendo en bueno y permitido.