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Saquicela, el peor de todos

Avatar del Roberto Aguilar

El presidente de la corte de justicia más alta del país sirve a sus propios intereses políticos. Lo demás, incluida la crisis moral del sistema judicial, le tiene sin cuidado’.

Ya fue una vergüenza y un escándalo el espectáculo que ofreció el presidente de la Corte Nacional de Justicia, Iván Saquicela, en la Comisión de Fiscalización de la Asamblea Nacional hace apenas 15 días. Ahí, en una de las audiencias de sustentación del juicio político contra el Consejo de la Judicatura que impulsan sus amigos correístas y socialcristianos, con la nación como testigo y como si la dignidad de su alta magistratura le fuera por completo ajena (o le valiera un carajo), despachó una mentira tras otra con el desparpajo y la soltura de huesos de un embustero experimentado. Que al país en general y a las élites políticas en particular les diera igual, solo habla del estado de putrefacción en que nos encontramos. Porque un presidente de la corte de justicia más alta del país que vaya a la Asamblea Nacional a contar mentiras es algo que debería activar todas las alarmas.

Mentiras descaradas y ¿cómo decirlo? Francamente pendejas. Como asegurar que la sentencia de la Corte Constitucional sobre la evaluación de los jueces realizada en 2019 (materia de este juicio político) establece que “se ha vulnerado la independencia judicial”. O que el Consejo de la Judicatura lleva años nombrando jueces “a dedo”. Y otras del mismo estilo. Eso dijo Saquicela a favor de la causa de sus amigos correístas y socialcristianos. Y cuando le cogieron en la mentira (lo hizo el asambleísta de Pachakutik Ricardo Vanegas), cuando le leyeron el párrafo de la sentencia que dice que “se respetó el derecho a la independencia judicial”; cuando le demostraron que los jueces temporales de la Corte Nacional nombrados por el Consejo de la judicatura son “los 21 jueces provinciales mejor calificados en todos los procesos y que no tienen queja en su expediente”, nada que “a dedo”; y así una por una con todas sus mentiras... Entonces Iván Saquicela dijo que no podía hacer juicios de valor, se refugió en su condición de juez, que nomás le sirve para disimular su cochambre, y salió corriendo. Literalmente: huyó.

Hombre inaccesible al honor, Saquicela no escarmienta. Oportunista disfrazado de juez sin otro interés que sus propias ambiciones políticas (hasta tiene videos propagandísticos, ¿para qué diablos habría de tener un juez videos propagandísticos?), ha decidido jugarse por el proyecto de correístas y socialcristianos para tomar por asalto el Consejo de la Judicatura, nombrar jueces a pedido y entrar en la feria de los recursos de revisión para garantizar la impunidad de presos, prófugos e investigados. Esa es la dirección en la que sopla el viento y allá va. Con los ojos cerrados. No importa si tiene que mentir torpemente en la Asamblea, entregar la Judicatura a personas de ética dudosa (para lo cual ya envió una terna impresentable al Consejo de Participación Ciudadana) o ejercer (como denunció Dalton Bacigalupo esta semana) presión indebida sobre los asambleístas. Saquicela no conoce límites ni se impone restricciones éticas. La ética no es lo suyo. Si así, de manera tan desfachatada, se comporta con los asambleístas, integrantes de un poder del Estado que no es el que preside, da terror imaginar lo que será capaz de hacer con los jueces.

En este país conmocionado por el descrédito de sus jueces el más alto de ellos viene a decirnos que la crisis moral de la Justicia le tiene sin cuidado. Cierto es que el país está lleno de corrupción por todos lados, la esfera pública es un basural ponzoñoso y resulta difícil, si no imposible, encontrar referentes éticos que nos ayuden a respirar. En ese panorama desolador hay una certeza: Iván Saquicela es, si se considera el papel que está llamado a desempeñar en función de la dignidad que ocupa, el peor de todos.