Columnas

Primera lección de yoga: respire

"Para detener el proyecto autoritario del correísmo, se necesita unidad. No ayudan las acusaciones de fraude sin pruebas y las actitudes incendiarias"

Finalmente, en una conferencia de prensa en Guayaquil y un mensaje subido ayer por la mañana a su cuenta de Twitter, Yaku Pérez llamó “a la calma, a la paz. A esperar los resultados con paciencia”. Tardó tres días: los tres días que se la pasó agitando el fantasma del fraude electoral sin exhibir una sola prueba, actitud que ni mantiene la calma ni contribuye a la paz ni revela mayor grado de paciencia. Solo resta esperar que su llamado sea sincero, implique un real cambio de conducta y no llegue demasiado tarde.

Horas antes, a la medianoche del martes, el coordinador nacional de Pachakutik, Marlon Santi, convocaba a sus bases a una “gran movilización nacional” en contra de “el pacto oligárquico entre Lasso, Nebot y Correa”. En la madrugada, Leonidas Iza, el hombre que cree en la violencia como mecanismo legítimo de cambio social, amenazó con marchar hacia Quito con sus seguidores si Guillermo Lasso llegara a alzarse con el pasaporte a la segunda vuelta. Y Manuela Picq, la pareja de Pérez, una de las más incendiarias propagadoras de la idea del fraude, tuiteaba: “No roban a Yaku, roban al Ecuador”. Palabras mayores.

Tanto aspaviento luce muy poco sensato y amenaza con echarlo todo por la borda. Esto es así porque los resultados del domingo dejaron claro a todo el mundo que Guillermo Lasso tiene muy pocas posibilidades de vencer al correísmo. Él es, aunque gane, una figura en declive en un país que no entiende (recorrerlo siete veces en la burbuja de candidato no ayuda), y las cuñas publicitarias de última hora, con estilo animé para consumo del votante ‘millennial’, no hacen sino confirmar lo perdido que se encuentra. Por eso, el martes por la noche, a medida que el CNE ingresaba las actas faltantes de la provincia del Guayas y la brecha entre ambos candidatos se iba acortando, un sentimiento de desazón se apoderaba de ese gran porcentaje de ecuatorianos cuya prioridad en estas elecciones fue siempre detener al proyecto autoritario del correísmo. Hasta quienes votaron por Lasso quieren ahora, luego de ver los resultados, que sea Yaku Pérez quien pase a la segunda vuelta.

Sin embargo, las proyecciones (a la hora en que se escribe este artículo) parecen confirmar a Lasso. Es lo que hay. Por supuesto, Lasso no podrá ganar solo. Necesita tender puentes con Pachakutik. El problema es que esos puentes los ha venido dinamitando Yaku Pérez, sistemática y ruidosamente, desde el primer día. Con sus acusaciones de fraude sin pruebas. Con su trato grosero y displicente a Lasso, a quien solo se refiere como “el banquero”. Con su actitud permanente de marchar a la guerra, que ha encontrado eco inmediatamente en los dirigentes más radicales del movimiento indígena. Es tan elemental que da grima decirlo: la segunda vuelta la gana quien más suma. ¿Cómo es que Yaku Pérez se la ha pasado tres días restando?

Ayer, finalmente, llamó a la calma y a la paz. La primera señal que necesita enviar para que el país sepa que ese llamado va en serio es reconstruir esos puentes que dinamitó. No basta con decir, ahora, que la movilización convocada será “pacífica”. Pérez tiene que distanciarse de Leonidas Iza. Manuela Picq tiene que serenarse y no echar más gasolina al fuego. Y ambos, dejar de hablar de fraude mientras no tengan pruebas. ¿No se la pasó Pérez toda la campaña electoral mostrándonos su dedicación al yoga? Pues bien: que respire.