Roberto Aguilar | La nueva justicia es “especial y expedita”

En el pasado hubo idiotas que pensaban que había que meter las manos en la justicia
El noboísmo acaba de encontrar la solución al gran problema de la corrupción del sistema de justicia: de ahora en adelante, a los jueces los nombrarán los políticos. ¡Esta sí que es una idea nueva, digna de un nuevo Ecuador regido por una nueva generación de gente ‘fashion’ que no se permite una arruga en la camisa! ¿Cómo no se le había ocurrido a nadie?
Las reformas al Código Orgánico de la Función Judicial aprobadas este martes por la Asamblea de Niels Olsen, apéndice no deliberante del Ejecutivo, permiten “establecer un régimen especial y expedito de ingreso a la carrera judicial, donde no se generará estabilidad a los servidores judiciales”. Estas reformas fueron introducidas en la ley económica urgente ‘de Integridad’ a última hora y sin cumplir con los procedimientos de tiempo y forma que, para garantizar el debate, determina la Ley Orgánica de la Función Legislativa. ¡Qué molestia la tal ley orgánica! ¡Qué aburrimiento debatir! En el nuevo Ecuador habría que suprimir ambas cosas, por complicadas y por ‘demodés’. De hecho, Olsen ya se encargó de suprimirlas.
“Un régimen especial y expedito de ingreso a la carrera judicial, donde no se generará estabilidad a los servidores judiciales”. ¿Qué significa? Que los jueces serán designados a dedo y sin concurso previo. Y luego serán removidos con igual facilidad. ¿No nos parecía defectuoso el método de selección de los jueces? Pues ya está: de ahora en adelante no habrá método alguno, nomás la voluntad del designante. ¿Quién es el designante? El presidente del Consejo de la Judicatura, es decir, los políticos que lo controlan. Porque (seamos honestos), siempre hay políticos que controlan al Consejo de la Judicatura, para eso precisamente fue diseñado ese organismo en Montecristi.
Así las cosas, los políticos a cargo (un presidente de la República, por ejemplo) podrán designar a dedo a un juez para que resuelva tal o cual caso de su interés (pensión de alimentos, por ejemplo) y, una vez resuelto, el juez pasa a ser, digamos, embajador. O lo que fuera. En el nuevo Ecuador todo es “especial y expedito”.
Claro que esto no se podrá hacer en cualquier momento, solo cuando la Función Judicial sea declarada en emergencia. Cosa grave. ¿Qué se necesita para eso? Lo dice la reforma aprobada el martes: la Función Judicial podrá ser declarada en emergencia cuando se requiera “acciones inmediatas y urgentes para abordar problemas del servicio público de administración de justicia”. Muy bien pensado, porque problemas de ese tipo los hay a cada momento y en todo lugar.
Hoy mismo, sin ir mas lejos (ayer nomás un abogado litigante se quejaba de esto en una radio) no hay papel en los juzgados. Uno necesita fotocopiar un expediente y le toca ir a buscar una papelería a la carrera para solucionar este “problema del servicio público de administración de justicia”. ¿No es razón suficiente para declarar en emergencia la Función Judicial? Claro que sí, según la nueva reforma ¡Papel, pongan papel!
Todo está tan bien pensado que el mismo Consejo de la Judicatura, proveedor de papel de los juzgados, podría cortar el suministro cada vez que necesite declarar una emergencia. ¿No es genial?
En el pasado hubo idiotas que pensaban que había que meter las manos en la justicia. No se dieron cuenta de que basta con tener la justicia entre las manos.