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Ricardo Arques: Izquierda boba vs. izquierda necesaria

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La izquierda boba habita ahora por Ecuador, Argentina y Venezuela; también por España con un inescrupuloso oportunismo político 

La candidata a la presidencia Luisa González ha dejado una perla en el debate. Es contraria a eliminar el impuesto a la salida de divisas porque, dice, “favorece a los grandes empresarios”. Es su réplica a la idea de Daniel Noboa, su contrincante al inquilinato de Carondelet, quien cree que la iniciativa atraería capitales externos al país. Es increíble cómo la izquierda boba está fagocitando a la izquierda inteligente, y totalmente necesaria, que bajo la bandera socialdemócrata ha impulsado los grandes logros sociales de la historia, como el Estado del bienestar. Para entendernos y en resumen: concibo por izquierda boba la que teje sus engaños emboscada entre los principios de la equidad social, que construye nichos de voto cautivo al estilo peronista, que funciona con estigmas demagogos por ideología y que no soluciona ni afianza nada, que todo lo enreda, porque al fin y al cabo ambiciona el poder a cualquier precio. La izquierda boba habita ahora por Ecuador, Argentina y Venezuela; también por España con un inescrupuloso oportunismo político que acabará destruyendo el país que ha sido durante más de 500 años.

Entre las visceralidades identitarias de esta izquierda boba, transversal y conectada está insultar y despreciar a los empresarios. No se sostiene que la generación de riqueza sea cuestión de filias o fobias contra ellos, sino de oportunidades, estrategias y cálculos que beneficien al país que se sirve. Se defiende la tesis con su ilación de realidades concatenadas. Una: la aspiración a gozar del Estado del bienestar es un derecho irrenunciable del ciudadano. Dos: para alcanzar el Estado del bienestar primero hay que crear la riqueza que lo sostenga. Tres: el Estado es incapaz de generarla por sí mismo. Cuatro: la participación del empresariado emprendedor es imprescindible para diseñar el Estado del bienestar de una sociedad soñada. Si el temor de Luisa González es la tentación empresarial a la codicia, evitarlo sería, precisamente, el fundamento de su trabajo. Una presidencia capaz y honesta abre canales, articula leyes, establece controles y deriva los flujos del beneficio a la sociedad cuando su propósito único es la búsqueda del bien común. Nada hay que inventar, los países avanzados funcionan así de larga data. Lo que ha dicho la candidata es rehuir de su posible obligación antes de contraerla, poner vendas sin que haya heridas; tan absurdo como renunciar al lucro de tener huevos solo porque pudiera extraviarse alguna de las gallinas.