Premium

Rafael Oyarte: Elegir constituyentes

Avatar del RAFAEL OYARTE

Una constituyente debe ser reducida y conformada por personas capacitadas para debatir y crear una constitución eficaz

Es un punto neurálgico si, el día de mañana, se quiere que una eventual asamblea constituyente pueda discutir, en serio, las diversas cuestiones que se deben introducir en una nueva constitución, esto es, el reconocimiento de derechos fundamentales, el sistema de protección a esos derechos, la regulación del poder del Estado a través de las distintas instituciones políticas. 

Es decir, qué órganos serán los titulares de los poderes públicos, cosa que no es superficial, como lo hemos hecho en los últimos procesos constituyentes en los que, por desconocimiento, incapacidad o comodidad, debatimos lo de siempre: si debe haber reelección y si esta debe ser inmediata o condicionada, si debe haber vicepresidente, o si el congreso se debe llamar así y si debe tener una o dos cámaras, además de ofrecer una hemorragia de derechos que luego se verá cómo no cumplir. 

Si se va a elegir una constituyente igual que a la Legislatura, es decir, con 15 asambleístas nacionales, dos por provincia y uno más cada 200.000 habitantes o fracción que supere los 150.000, además de unos por el exterior, todos con el cumplimiento de ser ecuatoriano mayor de 18 años, está garantizado un ente superpoblado (151 asambleístas) con miembros que se limitarán a esas discusiones repetitivas e inútiles o a imposiciones desde el movimiento mayoritario, como ocurrió en Montecristi.

La constituyente debe tener un número de integrantes que admita la discusión (lo que impide la masa) y gente con suficiente conocimiento y experiencia que permita el debate y, si bien no se trata de una comisión constitucional que, conformada por verdaderos expertos, estudie y elabore un anteproyecto de constitución, tampoco debe ser un ente mal conformado. 

No digo que todos deben ser abogados y, mucho menos, constitucionalistas, sino gente que sepa derecho en serio, en sus aristas más importantes y amplias; y economistas, historiadores, sociólogos y demás ramas que deben informar la producción jurídica. De lo contrario seguiremos copiando constituciones pretéritas, cambiando lo que sí funciona y replicando normas extranjeras que ni en el país de origen marchan bien y que no responden a nuestra realidad. 

Norma, valores y realidad son necesarios para hacer derecho válido, justo y eficaz. Lo otro será hacer una mamotreto que no encaje en nuestro sistema y lo destruya con todos sus efectos, ineficaz porque no se cumplirá e inicuo por sola tendencia ideológica.