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¿Sirven los confinamientos?

Avatar del Paúl Palacios

Hoy se lo puede hacer mejor, con más evidencia, más científicamente

Hace pocos días el prestigioso Instituto Johns Hopkins para la Economía Aplicada y la Salud Global, publicó el artículo SAE/200/Enero2022, el cual hace una revisión exhaustiva de una gran cantidad de data, información y estudios relacionados con el impacto de ciertas medidas gubernamentales para limitar la movilización de personas, la no asistencia a clases y viajes, tanto como los confinamientos forzados, en la mortalidad por el COVID. Se realizó un metaanálisis de 18.590 estudios relacionados con el tema, encontrando luego de un tamizado que 34 de ellos tenían elementos para su consideración técnica. La sorprendente conclusión del análisis fue que en EE. UU. y Europa, donde tenían lugar los estudios, la serie de medidas de limitación de movimiento impuestas por las autoridades había reducido en

promedio apenas un 0,2 % la mortalidad por COVID, y los confinamientos forzados la

habían reducido en 2,9 %, en promedio. Sin embargo, el impacto que habían tenido esas medidas en la economía era tan grande, y el costo social tan enorme, que debían ser evitadas como un instrumento de política sanitaria para el control de la pandemia. Sin duda alguien dirá que una sola vida es valiosa, no se diga un porcentaje en una población, por muy pequeño que sea, pero no se puede dejar de considerar las muertes que se producirán por el incremento de la pobreza, que ha provocado la caída de las economías en todos los países del mundo. Aún es temprano para tener información precisa sobre la caída de la producción, el incremento de precios provocado por la extensa monetización de las economías para su reactivación, y la reducción de la capacidad de compra de los hogares más pobres, particularmente en bienes esenciales como alimentos o medicinas básicas. No es tiempo de juzgar a las autoridades por las decisiones tomadas, porque nadie sabía qué hacer en ese instante, y se hizo lo que se creyó mejor; sin embargo, con información ya disponible se pueden tomar decisiones más eficientes y evitar cometer errores costosos en el futuro. Hoy se lo puede hacer mejor, con más evidencia, más científicamente.