Columnas

Por la libertad, Sancho

“Por la libertad, Sancho, se puede y debe aventurar la vida”. Don Quijote.

Hace pocos días vimos las imágenes horrendas de incendios provocados en dos iglesias católicas en Santiago de Chile. Inundaron las redes sociales también las fotos de manifestantes al interior de las ruinas, con actitud de conquistadores de bastiones enemigos.

En nuestro país en esos días se amenazaba con agredir a la librería Rayuela por vender el libro Octubre, La democracia bajo ataque, de Romo y Ribadeneira. Por cierto, esta librería puso también en venta el libro Estallido, de Iza, Tapia y Madrid.

¿Cuál es la constante en ambas actitudes? La forma de actuar de gente extremista e intransigente para imponer creencias y conculcar libertades. La incapacidad de utilizar el diálogo como medida para zanjar diferencias y la falta de discusión de ideas, para simplemente saltar a las categorizaciones: estás en esta línea, o eres enemigo.

Creo que tenemos la obligación como sociedad de buscar un diálogo y procurar transar en una agenda que nos permita vivir en armonía, independiente de los credos, las filiaciones políticas y otras decisiones personales. Sin embargo, pensar que gente con pensamientos extremos desea conciliar y aceptar la diversidad es ingenuo. Lo que pasa en Chile, lo que ha pasado en Colombia, lo que pasa en Estados Unidos con los supremacistas blancos de extrema derecha, lo que pasa con los musulmanes fundamentalistas, o simplemente con aquellos que odian hoy cualquier cosa que diga “made in Spain”, salvo cuando van a pedir la visa Schengen -en cuyas fotos siempre salen sonreídos- no es un tema que solo requiere de racional paciencia. Para todos ellos es importante el mensaje de que buena parte de la sociedad se va a parar afuera de las iglesias. No se va a parar a defender el edificio, se puede reconstruir; no se va a parar a defender las imágenes que están dentro, se las reemplaza; se va a parar a defender aquello que no tiene precio: la libertad. No importa si lo que quieren quemar es católico o musulmán, lo que importa es el principio de que no quemen nuestra libertad.

“Por la libertad, Sancho, se puede y debe aventurar la vida”. Don Quijote.