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Paul E. Palacios | Prisioneros de los sesgos

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Es indispensable enseñarles a pensar, a razonar, a construir las herramientas para lograr un juicio crítico

Con la explosión de los nuevos mecanismos de comunicación y la abundancia de información que estos traen, incluyendo el uso dado como cierto de la data que ofrecen las diferentes aplicaciones de inteligencia artificial, se hace mucho más relevante la educación que todos debemos tener para alcanzar un juicio crítico.

En ese contexto hay dos falacias por las que es muy sencillo verse devorados: el sesgo de confirmación y el sesgo de la verdad ilusoria.

El primer caso se refiere al comportamiento del cerebro para rescatar de la información a la que tiene acceso, exclusivamente aquella que confirma las creencias personales, desechando aquella otra que las contradice. Como consecuencia de esa disección, vamos reafirmando creencias sin cuestionarlas o reflexionar sobre ellas, haciéndolas más sólidas y difíciles de revertir, aun frente a evidencia muy tangible en contra.

El segundo caso se refiere a la repetición reiterada de un postulado que, aunque falso, va calando en el cerebro hasta el punto en el que no existe oposición racional a la afirmación.

El lector recordará el postulado del secretario de propaganda nazi Joseph Goebbels, con su célebre frase: “una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. Más allá de enseñarles a los niños y jóvenes ciencias y matemáticas, que son esenciales para sus vidas, es indispensable enseñarles a pensar, a razonar, a construir las herramientas para lograr un juicio crítico. Por cierto, tampoco los adultos debemos prescindir de tales herramientas, y alertarnos sobre la abundancia de información que damos por cierta, sin siquiera contrastarla, desmenuzarla y tratar al menos de observar qué tiene de verdad, o qué parte no lo es.

No será ajeno al lector el observar personas de buen nivel de formación académica, obnubiladas de fanatismo por algún político o líder en general, donde parecen enceguecidas por una o dos acciones positivas, pero los errores que se desbordan de este, no son percibidos.

Esa ceguera parcial no es un acto voluntario ni malicioso, es el hecho de haber sucumbido ante los sesgos.

¿Siente usted que está libre de sesgos?