Paul E. Palacios | Conciencia cívica
Ciertamente tener una materia de Cívica en las escuelas algo ayuda, pero el civismo se aprende en el hogar
Una de las amenazas más serias que tiene la democracia es la pérdida de conciencia cívica en el ciudadano común.
¿Qué es conciencia cívica? Es la capacidad para aceptar y respetar ciertas normas básicas del convivir que nos permiten, razonablemente, desenvolvernos en armonía con los demás.
Vivir en armonía implica cumplir con los deberes que tenemos como personas frente a la comunidad y frente al Estado como un todo. Sin embargo, hoy le han metido en la cabeza a la gente, empezando desde chiquitos, que las personas solo tienen derechos. ¿Y respecto de los deberes? Ah, esos te los tiene que cumplir el Estado.
Hagan el ejercicio, pregúntenle a un niño o a algún joven que les enumere cinco derechos, y se los cantarán con música, y luego pregúntenle por cinco deberes, y se quedarán ‘en visto’, luego de la inocente sonrisa, de no saber qué truco le están montando.
La conciencia cívica parte de asumir la responsabilidad con uno mismo, entender qué es lo que se espera de nosotros para hacer del entorno un mejor lugar para todos. Si cada uno de nosotros, los ciudadanos, hiciéramos conciencia de nuestros deberes y los cumpliéramos, no sería necesario exigir nuestros derechos; estaría alguien cumpliéndolos de facto.
Es el convivir diario el que nos pone a prueba en nuestro civismo: el residente de una ciudadela al que le importan un bledo las normas acordadas de convivencia. El conductor que hace doble hilera sin respetar el orden. El motociclista que acorta el camino en contravía. La madre de familia que increpa a un profesor por ser enérgico con el malcriado de su hijo. El busero que hace revisar su vehículo en otro cantón porque parece chimenea, y la autoridad que es incapaz de exigirle corrección en el propio cantón y mira a otro lado. El civismo está en las pequeñas cosas, no en ir a la frontera fusil en mano, necesariamente.
Ciertamente tener una materia de Cívica en las escuelas algo ayuda, pero el civismo se aprende en el hogar. En ese hogar donde se valora el orden, la pulcritud y lo bien habido. En ese hogar donde la virtud del contenido es más valiosa que las apariencias.