Mónica Cassanello | Ecuador en calma chicha

No podemos darnos el lujo de tomar las cosas con parsimonia. Rompamos la calma chicha
Probablemente pocos jóvenes sepan lo que es la calma chicha. No tiene nada que ver con la bebida tradicional ecuatoriana, tampoco con la tranquilidad. Sí con la inercia, que la RAE define como sinónimo de desidia, apatía, pasividad, desgana, pereza, flojedad, inacción, boludez...
Los navegantes de los siglos previos a la invención de la máquina a vapor surcaban los océanos en barcos veleros, por lo que dependían del viento para avanzar. Así, cuando este cesaba y quedaban detenidos en el mar, desesperados y acalorados, usaban esta expresión (del latín cauma/del griego karma: calor sofocante, y del francés chiche: avaricia = calma avara, por no ceder ni una pizca de viento). Según el Centro Virtual Cervantes, su utilización en idioma castellano estaba documentada desde 1831, sin embargo se descubrió que “en la obra del ecuatoriano Rafael Jimena, Al General Sucre [Epistolario], de 1821, la expresión se usa ya metafóricamente. En una parte dice: Ninguna noticia de interés. Estamos en calma chicha: no corren ni verdades, ni mentiras”. Igual estamos hoy, dos siglos después.
Tras el torbellino de las elecciones, Ecuador entró en calma chicha. Es compresible, luego de tanto estrés, pero no podemos relajarnos y refugiarnos en una quietud falsa. Ya tomamos aire, hay que retomar la pelea. La violencia, el crimen organizado, la corrupción, los servicios fallidos, el déficit fiscal y todos los males que nos agobian continúan intactos. Ante el planteamiento del Gobierno de hacer cambios profundos nos toca a todos, organizadamente, hacerle conocer cuáles son esos cambios profundos que esperamos, empezando por los más urgentes. Ya existen grupos trabajando en la elaboración de propuestas y este Diario se ha sumado a ese esfuerzo a través de la campaña Propuesta Ciudadana, que está recogiendo las ideas de los diversos sectores de la sociedad para compendiarlas y hacerlas públicas, de modo que el Gobierno pueda acogerlas como insumo y llevarlas a debate nacional con la finalidad de encontrar las vías idóneas para transformar al país.
Cuatro años pasan muy rápido. No podemos darnos el lujo de tomar las cosas con parsimonia. Rompamos la calma chicha.