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Querido Pancho

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Es que las características propias de ella, tales como trabajador, constante, honesto y fiel a sus convicciones, eran parte evidente y palpable de la personalidad de Pancho.

Para los que pertenecemos a la generación de los ‘Baby Boomers’ (1946 a 1964), Pancho Swett se constituyó en uno de los preclaros representantes de dicha generación. Es que las características propias de ella, tales como trabajador, constante, honesto y fiel a sus convicciones, eran parte evidente y palpable de la personalidad de Pancho, las cuales quedaron evidenciadas en las diversas facetas que a lo largo de su fructífera vida le correspondió desempeñar. Como ministro de Finanzas en el gobierno de León Febres-Cordero, gobernador y miembro del Comité de Desarrollo del Banco Mundial; del FMI, entidades donde sirvió con dedicación y honradez, dejando en claro con el ejemplo, que el servicio público desempeñado con honradez es posible.

Pancho, el educador dedicado y apasionado por la economía, impartía y compartía sus conocimientos con sus alumnos, sabiendo que algún día les correspondería dirigir las finanzas del país o de grandes empresas. Sus conocimientos y reconocida trayectoria en el ámbito nacional e internacional se constituyeron en capital principal para tomar el desafío de asumir el Decanato de la Facultad de Economía de la Universidad de Especialidades Espíritu Santo, una de las de mayor prestigio en el país.

Pancho, el amigo, un ser sin igual, a quien se lo puede describir como “el caballero de fina estampa”, parafraseando a Chabuca Granda. Recordarlo con su impecable guayabera de lino y su bastón, tal cual los hijos ilustres guayaquileños, es la estampa que quedó impresa en la memoria de quienes tuvimos el honor y gusto de ser sus amigos.

Las tertulias con Pancho, inolvidables. Claro en sus conceptos, agudo analista y patriota irrefutable; convencido de que el federalismo es la forma de salir de la postración y yugo del centralista asfixiante, perverso, generador de desigualdades y miserias. No solo que eran inspiradoras, eran motivadoras para apuntar a dicho objetivo.

Sin lugar a dudas Guayaquil perdió a uno de sus hijos más ilustres, el país a un patriota y sus amigos a un maravilloso ser humano.

Dios te tenga en su gloria, querido Pancho.