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Paraíso narco

Avatar del Modesto Apolo

El Ecuador es un paraíso para los carteles de la droga, en el cual desarrollan tan perverso y lucrativo negocio. Perverso, porque el costo para la sociedad siempre son vidas, ya sea vía consumo o sicariato. Lucrativo, porque el beneficio para los delincuentes es en millardos de dólares.

El correato creó las condiciones para que los carteles de la droga operen en el país; por ej.: para ingresar a Ecuador eliminó el requisito de presentar pasado judicial; creó la Ley de Movilidad; se toleró la utilización por parte de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia -FARC-, brazo armado del narcotráfico, de la selva norte, para la instalación de campamentos de reposo (recordemos el campamento de Angostura, donde el guerrillero Raúl Reyes murió tras el ataque de fuerzas colombianas); los cielos abiertos y las narcoavionetas, tras la instalación de radares inservibles.

Somos un país con economía dolarizada, lo cual elimina el riesgo cambiario en el lavado. Nuestras autoridades de seguridad, control, operadores de justicia, infiltradas por la corrupción; una asamblea preocupada por botar al presidente Lasso, en lugar de legislar contra la corrupción y el narcotráfico.

La cereza del pastel es carecer de un convenio de extradición con EE. UU. para casos de narcotráfico, narcolavado de activos y/o afines.

Bajo las circunstancias descritas, el Ecuador pasó a ser país de destino, producción, acopio, tránsito, distribución y exportación para los grandes carteles internacionales de la droga; convertidos en grandes multinacionales y en uno de los mayores generadores de empleo informal y una de las mayores fuerzas de coerción ciudadana y de presión política, a través de los movimientos políticos a su servicio en la Asamblea.

La solución es: a) volver a la Constitución de 1998; b) celebrar el correspondiente convenio de extradición con EE. UU. para casos de narcotráfico, lavado de activos y afines; y c) una reestructuración completa de las autoridades de control, de seguridad y de los operadores de justicia. Solo así, el Ecuador dejará de ser un paraíso narco.