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Martín Pallares: Sr. Noboa, el problema está en el autoritarismo

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Si la receta se repite, entonces la suerte de Noboa será la misma que mereció el prófugo

Daniel Noboa debe entender que el problema del correísmo no es Rafael Correa sino el correísmo. Es decir, el problema está en el autoritarismo y no en los autócratas esperpénticos como Correa. Es el autoritarismo tropical y cleptocrático que añoran los correístas el verdadero cáncer de una sociedad que aspira ser abierta, tolerante y democrática. 

Noboa debe saber que si sigue la receta autoritaria donde no se respeta a las minorías, donde se burlan las normas y la Constitución, y no se ejercen las virtudes de un estadista demócrata, estará repitiendo la pesadilla que fue el correato

Noboa debe ser consciente de que el anticorreísmo que le ayudó a ganar no va a tolerar a un nuevo reyezuelo en el poder. El mensaje de las urnas fue claro: no más atropellos a los derechos de los críticos del poder, no más consignas que dividan a la sociedad, no más límites a la libertad de prensa y de opinión, no más violaciones al imperio de la ley, no más constituciones hechas a la medida del aspirante a reyezuelo de turno. 

Si la receta se repite, entonces la suerte de Noboa será la misma que mereció el prófugo: masticando odio e inventándose conspiraciones en alguno de esos países dados a tolerar a dictadores sudamericanos y tiranos africanos.

Lastimosamente algunos antecedentes construidos durante su corto mandato no son los mejores. El cobro de cuentas a la familia de su exmujer abusando del poder, los negocios frustrados pero perfectamente diseñados de su esposa en Olón, la tolerancia a las actividades empresariales de su hermano en la sospechosa venta de gasolina y el ilegal comportamiento que tuvo con su vicepresidenta -por más víbora que esta haya sido-, son antecedentes que estimulan el pesimismo.

Tiene la oportunidad de borrar esas conductas y cimentar algo muy distinto al historial político de Correa y más parecido al de estadistas democráticos como fueron Clemente Yerovi o Galo Plaza. Aún está en sus manos la posibilidad de pasar a la historia como esos dos expresidentes y su entorno debe hacerle entender eso.

Ojalá la figura del prófugo desvariando mentalmente con tintas invisibles y presumiendo de amistades y supuestas solidaridades de pasados y actuales papas, dizque íntimos amigos suyos, sea el espejo donde el actual presidente no quiera repetirse. Una constitución hecha a su medida por una constituyente de amiguetes y empleados puede ser un pésimo inicio. El peor de todos, como lo fue la de Montecristi.