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Lasso presidente

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¡Lasso presidente! Fue el grito unánime de millones de ciudadanos, luego de la contienda electoral...

¡Lasso presidente! Fue el grito unánime de millones de ciudadanos, luego de la contienda electoral que festivamente nos congregó para demostrar que todavía hay ecuatorianos que al margen de sofismas, promesas mefistofélicas y catequizaciones mesiánicas, con entereza y decisión se manifestaron al momento de elegir al primer magistrado de la nación.

La paz y la armonía vuelven y estamos seguros de que en un ambiente democrático y conducidos por alguien que tiene características de verdadero líder, superaremos los grandes problemas que nos aquejan, y haciendo sacrificios llenos de alegría y gustosos, contribuiremos al restablecimiento del nuevo Ecuador, que será un oasis para el desarrollo de nuestras actividades y un lugar seguro, progresista, lleno de libertades y opciones para nuestros hijos y nietos, en donde la democracia sea el ‘primum movens’ del quehacer cotidiano.

La lid electoral ha sido dura, con un contrincante que jamás honró la verdad y que a lo largo de su vida demostró un irrespeto total a lo correcto y honesto, pretendiendo llegar al solio tradicionalmente honrado por políticos de cepa, cuya presencia dio lustre a tan elevada función y que dejaron huellas imborrables en nuestra historia republicana.

Siento pesar por aquellos que envueltos por el canto de sirena apoyaron al contrincante, pese a ser hijos nacidos de tierras feraces llenas de valientes que se olvidaron del honor y tradiciones, cayendo cual fácil presas de promesas falsas y carentes de sustento alguno.

Hoy, Guillermo toma las riendas de un país maravilloso, que saldrá avante en un ambiente de libertad y trabajo con el apoyo de todos nosotros, que donde nos encontremos, luciremos con orgullo nuestra camiseta tricolor y nos entregaremos a servir con dedicación, afán de servicio, trabajo intenso y acrisolada honestidad, para así desterrar hasta sus raíces esa corrupción que la entronizó por lustros un advenedizo que pretendió apoderarse de nuestra nación y convertirla en un centro abominable de inmoralidad y perdición, que nos costará mucho trabajo erradicar.

Y sigo andando…