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‘Esprit de corps’

Avatar del Luis Sarrazín

La culpa de este galimatías sanitario la tiene el propio presidente al no haber sabido escoger a sus colaboradores...

Frustrante debe ser el sentirse preterido por algún colaborador y me refiero al antepenúltimo ministro de Salud, quién pensó, imbuido por la megalomanía del poder, que era el ‘non plus ultra’ del sector y amo y señor del portafolio que le había sido confiado.

La culpa de este galimatías sanitario la tiene el propio presidente al no haber sabido escoger a sus colaboradores, ignorando que la condición de médico no faculta para ejercer un ministerio de Salud, en donde para operarlo se requiere de un profundo conocimiento en la materia y de un bagaje amplio de experiencia administrativo-financiera.

No estoy haciendo leña del árbol caído, pero resultó increíble la desobediencia -que persiste- al no haber publicado, habiendo sido solicitado, los nombres de aquellos ciudadanos que habían obtenido el carné de discapacidad, demostrando con su negativa una franca cobardía al defender a aquellos infractores “placa chica” o de “cuello blanco” para mantener las apariencias.

Viene la pandemia y cual versado prestidigitador, hace malabares con las prioridades y procede a vacunar a kiko y kako, despreciando a aquellos que luchan denodadamente contra la muerte en las unidades de medicina crítica.

Compruébase su ignorancia ante la ausencia de un plan de vacunación, conociéndose que hay un volumen publicado por el MSP, donde constan “al detalle” las 20 provincias del país con su distribución poblacional y toda su infraestructura, o sea el número de los hospitales provinciales, cantonales, centros, subcentros y puestos de salud. Lo único que debía hacerse para completar el panorama sanitario era actualizar los datos de las 4 provincias adicionadas como parte de la división política del Ecuador.

Falta de espíritu de cuerpo del presidente al criticar acremente a su ministro, cuando debió reconvenirlo privadamente. Y por otra parte, se evidenció que el exministro jamás hojeó el manual de urbanidad de Carreño, al haber abandonado el país cual niño malcriado, sin despedirse de su jefe máximo, en un acto de total descortesía. ¡Actuemos con decencia, capacidad y respeto!

Y sigo andando…