La vida “líquida”

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'...crecimos en otra realidad, con valores familiares, morales, que nos hacían únicos e irrepetibles'

Entrando de lleno al nuevo 2020, buscamos entender en qué entorno estamos viviendo, pues para muchos entendidos estamos ante un importante punto de inflexión en el cual las cosas jamás serán como antes.

Basta con ver las actitudes de los jóvenes y niños de hoy para chocar de frente con la realidad. Y nuestra cotidianidad no es la única que se impacta, hay varios sociólogos que ya vienen advirtiendo con seriedad sobre la ruptura. Por ejemplo, Bauman y Harari estudian qué nos pasó en el camino y el primero llegó a bautizar a la vida de hoy como “líquida”.

¿Qué la caracteriza? No mantiene un rumbo determinado, pues al ser líquida puede adaptarse a cualquier formato, en forma individual, egoísta, precaria; lo cierto es la incertidumbre. Así, nuestra principal preocupación es no perder el tren de la actualización ante los cambios que se producen en nuestro alrededor para no ser obsoletos. Muchas preguntas rondan hoy. ¿Pensamos, decimos y actuamos al unísono? ¿Nos conocemos realmente a nosotros mismos? ¿Vivimos realmente lo que queremos vivir? ¿Luchamos por nuestros sueños? ¿Somos conscientes de que formamos parte de una gran familia planetaria? Y el problema está en que no hay respuestas certeras y navegamos sin rumbo cierto.

Los triunfadores en esa sociedad son las personas ágiles, ligeras, volátiles, hedonistas y egoístas, que ven la novedad como una buena noticia, la precariedad como un valor, la inestabilidad como un ímpetu y lo híbrido como una riqueza. El nuevo modelo de héroe es el triunfador que aspira a la fama, al poder y al dinero por encima de todo y que asigna al mundo, a las cosas, animales y personas la categoría de objetos de consumo para el descarte.

Pero crecimos en otra realidad, con valores familiares, morales, que nos hacían únicos e irrepetibles; chocamos por eso con la sociedad líquida, con patrones de un tuit de 280 caracteres. Pero ese tuit los lleva a campañas que hoy trepidan las calles con protestas, no siempre bien intencionadas. 

Un reto para este 2020 es buscar cómo nos adaptamos a esta nueva realidad.