Columnas

Miedos

Lejos de asustarnos, mejor prepararnos.

Cuando nacieron mis hijas, comenzó mi miedo a volar. A pesar del gusto de salir con ellas, me aterraba tan pronto el avión empezaba a tomar altura, hasta el momento en que las ruedas del avión volvían a tocar suelo, que era cuando me volvía la vida. Tanto era el temor, que tuve que buscar ayuda profesional y mi extraordinario médico dio en el clavo cuando me explicó que la mayoría de las personas que tienen o creen tener control sobre su vida, no aceptan que otros la tengan. Peor aún, me decía, si esta persona era el piloto del avión y más grave todavía si está en un lugar inaccesible, encerrado en una cabina de mando. Santo remedio para mí, pues lo entendí todo y desde entonces puedo volar con tranquilidad en cualquier aparatejo.

Lo que está viviendo la humanidad es muy similar a ese miedo, pues no tenemos control sobre el coronavirus, limitándonos a seguir su ruta del terror alimentando nuestra angustia.

De golpe todos estamos paranoicos, peor al ver que hay países en donde la vida ya cambió para muchos de sus habitantes y nadie sabe cuándo terminará su pesadilla. No me puedo imaginar lo que viven sitiados, cuando actividades tan cotidianas como ir al cine, al trabajo, a la universidad, a un partido de fútbol, están prohibidas. 

El único miedo que deberíamos tener es el de saber si estamos o no preparados para enfrentar a una eventual pandemia. Sin ser imprudentes deberíamos informarnos de fuentes fiables para preparar a nuestras familias con planes preventivos. Ante esta epidemia no vamos a tener la situación bajo control y quizás lo que estamos viviendo es una alerta de que no todo es manejable con el poder de la tecnología y la ciencia, y ojalá bajemos la prepotencia de creernos dioses de la creación. 

Lo que sí está en nuestras manos es cómo vamos a reaccionar, cómo controlamos el estrés, qué hábitos de asepsia podemos incrementar en nuestra cotidianidad y qué podemos ingerir para mejorar nuestro sistema inmunológico. Solo con estas tres variantes, aunque no llegue la pandemia, aseguraremos una mejor calidad de vida. Lejos de asustarnos, mejor prepararnos.