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Leo Stagg: Que el bien se vea

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No hay que ser millonario ni tener un cargo público para ayudar. Basta con tener voluntad. Todos podemos hacer algo...

Vivimos en una época en la que las redes sociales se han convertido en el principal canal de expresión. Mostramos lo que comemos, lo que pensamos, lo que opinamos. ¿Y si empezamos también a mostrar lo mejor de nosotros? ¿Y si compartimos actos de generosidad? ¿Y si nos proponemos, como meta colectiva, convertirnos en el país más altruista del planeta? 

Imaginemos un Ecuador donde cada ciudadano tienda la mano al necesitado, no por obligación, sino por la profunda convicción de que la solidaridad nos hace más humanos. Ayudar a otros no solo mejora el mundo: mejora también nuestro bienestar. Una sociedad justa, funcional y en paz necesita del compromiso solidario de todos.

De niño me enseñaron una frase del Evangelio de Mateo: “Que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha”. El mensaje es claro: no debemos ayudar por ego o reconocimiento. Pero en un mundo que se alimenta de imágenes y mensajes virales, creo que vale la pena reinterpretar esa enseñanza. Mostrar actos de bondad no es vanidad: es sembrar inspiración.

Por mi parte, junto a un grupo de padres que integramos la Asociación Copa Delta -organizadora del torneo de fútbol de padres del Colegio Delta, donde estudia mi hija-, hemos decidido reconstruir un parque infantil en el recinto Unión Victoria, en el cantón Samborondón

Lo hacemos con el apoyo de la fundación ‘Pan to Go’, convencidos de que este gesto dejará un legado real para las familias y los niños del sector: un lugar de juego, alegría y comunidad. Queremos dar ejemplo a nuestros hijos, para que mañana también ellos elijan construir, compartir y servir. 

Sabemos que aún podemos hacer mucho más, y eso es precisamente lo que nos impulsa. No hay que ser millonario ni tener un cargo público para ayudar. Basta con tener voluntad. Todos podemos hacer algo -por más pequeño que parezca- que transforme la vida de otra persona.

Algunos dicen que ayudar debe hacerse en silencio. Pero hoy, más que nunca, necesitamos que la bondad se contagie. Por eso propongo que ciudadanos y empresas iniciemos una campaña en la que compartamos nuestras acciones solidarias. Que el bien se vea, se sienta y se multiplique. Es momento de levantar la mirada, de levantar al país. Y lo mejor de todo: todos podemos hacerlo.