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Noboa habita una realidad paralela

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"Las utopías hacen parte de la política. Pero el visionario debe ser capaz, como los artistas, de viajar al sueño y volver con una perspectiva que pueda ser asumida por sus seguidores o, en este caso, los electores"

En los años 50 y 60, un profesor pobre y virtuoso condimentó las elecciones presidenciales en Colombia: Gabriel Antonio Goyeneche fue, además, un eterno candidato. Un hombre bueno e iluso que propuso pavimentar el río Magdalena para unir el centro y la costa, poner anís a los ríos para convertirlos en aguardiente, marquesina a Bogotá para protegerla de tanta lluvia… El electorado gozaba con sus ocurrencias pero reconocía en él una ingenuidad macanuda animada por una profunda ética.

Álvaro Noboa no es el profesor Goyeneche. Es millonario, tiene fama de ser un gran empresario y ha sido candidato a la Presidencia cinco veces; la última en 2013, obteniendo 3,72 % de votos. Hasta ese año, Noboa fue considerado un político populista, entroncado con las bases de lo que un día fue el bucaramismo. Esta vez, quiere volver a la carrera presidencial y su caso tiene, de hecho, bloqueado el proceso electoral en un mano a mano entre el Consejo Nacional Electoral y el Tribunal Contencioso Electoral.

Pero esta vez Noboa ha cambiado sus credenciales de presentación. La última versión -la que él ha querido dar de sí mismo, mediante una serie de videos- lo retratan como un hombre excéntrico: enfrentando al huracán Irma en 2017. Lanzando un mensaje al mundo, en francés, en 2018. Proponiendo una cruzada para unir el continente en un país llamado América, en 2019. Recetando medicamentos para combatir el coronavirus, en 2020… Son videos traducidos en algunos idiomas, que lo han promocionado en las redes mundiales y que, por lo que ha dicho, lo llenan de satisfacción.

¿Son videos hechos pensando en la campaña presidencial? No parece. Y ahí está el problema. Porque esos videos no sirven, en su caso, causa alguna. Si bañarse en el mar, antes o después del paso del huracán Irma, puede ser considerado una travesura -un ‘performance’ podría decir un artista- sus mensajes al mundo (en la lengua que sea), producen la sensación que generaba el profesor Goyeneche.

No es fácil aceptar que un posible candidato a la Presidencia comunique al mundo (en diez o más idiomas) que ha decidido liderar una cruzada para generar empleo, acabar las enfermedades, la pobreza espiritual y el odio que trae guerras. O verlo dirigiéndose a los ciudadanos del mundo, en una supuesta cruzada contra las enfermedades y las plagas, recetando medicamentos e instruyendo a posibles enfermos de coronavirus durante algo más de seis minutos…

Las utopías hacen parte de la política. Pero el visionario debe ser capaz, como los artistas, de viajar al sueño y volver con una perspectiva que pueda ser asumida por sus seguidores o, en este caso, los electores. No es el caso de Noboa. Sus videos lo muestran surfeando panorámicas mundiales o regionales donde él imagina conglomerados humanos con pleno empleo, liberados de enfermedades, unidos y remando en dirección al paraíso. Noboa no es un político, tampoco un visionario: es un hombre rico, persuadido por su fe de tener una misión, entregado a quimeras irrealizables y propenso a negociar consigo mismo el sentido de la realidad. Por eso no le mortifica que otros piensen que es ridículo. O se burlen de lo que hace y dice.

Álvaro Noboa en video es un producto que viaja con gracia en redes sociales. Un meme de sí mismo que divierte e inspira adhesión o incluso ternura. Eso es una cosa. Otra, muy diferente, es situar al autor de esos videos entre los aspirantes a sentarse en Carondelet. Solo pensarlo produce inquietud y enorme zozobra, porque Noboa habita una realidad paralela. Como el profesor Goyeneche.