Editorial | Lecciones de dignidad
Cuando nuestros políticos se ven implicados en procesos legales huyen fuera del país y se refugian en naciones de la región
El recientemente condenado expresidente de Colombia da una gran lección a los políticos ecuatorianos. A diferencia de estos, que cuando se ven implicados en procesos legales huyen fuera del país y se refugian en naciones de la región gobernadas por afines ideológicos o incluso en otro continente, el ex primer mandatario sentenciado afrontó el juicio con enorme integridad.
No es el único caso, igual ocurrió con el exministro de Defensa de ese país vecino, hijo de un célebre pintor colombiano, quien en la década de los 90 fue condenado por apropiarse de dinero del narcotráfico en la campaña electoral del régimen de gobierno al que pertenecía. Guardó prisión y aceptó el escarnio de la sociedad e incluso de su famoso padre.
También cabe destacar la no manipulación de la justicia colombiana, a diferencia de Ecuador, donde el sistema judicial ha sido permeado por el crimen organizado y donde la política ejerce su enorme poder.
En los dos casos citados, ninguno de los implicados intentó declararse perseguido político. No evadieron su responsabilidad y se sometieron a los procesos legales que los llevaron a ser condenados.
En el Ecuador de hoy la imparcialidad de la ley y la probidad de los jueces son meras utopías. Y la integridad de su clase política, una virtud extinta.