Cartas de lectores | Luz tenue en tiempos de ajuste

La fusión de ministerios despierta una reflexión sobre el valor simbólico y humano de la cultura, el arte y la memoria

Crecí observando a mi padre sostener ideas con rigor y ternura. Cada encuentro con él era una clase silenciosa sobre pensamiento, ética y precisión. Francisco Swett Morales fue ministro de Economía en uno de los momentos más convulsos del país. Y aunque su oficio tenía que ver con números, yo vi en él algo más: una mente exigente, pero también una conciencia clara, humana y lúcida. Me mostró con su ejemplo que lo técnico y lo humano son capaces de vivir en unión transversal. Y que el deber público, ejercido con altura, no necesita adornos ni aplausos, solo coherencia. Frente a ciertas noticias actuales no puedo evitar preguntarme: ¿cuál es el lugar del alma en la administración de un país? El Gobierno anunció la reducción del número de ministerios en Ecuador. Se fusionaron carteras para optimizar el aparato estatal y reducir el gasto público. Entre ellas, el Ministerio de Cultura y Patrimonio y el del Deporte fueron integrados al de Educación. El de Turismo al de Producción. La medida se inscribe en un esfuerzo por ordenar la estructura del Estado, aliviar su carga administrativa y responder con eficiencia a las exigencias de este tiempo. Entiendo la urgencia. Gobernar no es sencillo. Hay momentos que exigen reordenar, recortar, reorganizar. No lo cuestiono. Pero como hija, artista y ciudadana reflexiono sobre el símbolo profundo que se activa cuando las áreas encargadas de la memoria, el movimiento y la identidad pierden visibilidad institucional. La cultura no es un adorno. El turismo no es solo industria. El arte, el cuerpo y la experiencia compartida son hilos que sostienen el tejido de una nación. Reducirlos o absorberlos puede debilitarlos. Y eso a la larga nos empobrece de forma menos visible pero más honda. Ecuador necesita equilibrio económico. Pero también símbolos vivos, espacios de encuentro, políticas que cuiden lo intangible. De lo contrario corremos el riesgo de convertirnos en un país que camina derecho, pero sin dirección, que avanza, pero se olvida de cantar.

Hay luces tenues que aunque no brillen en la balanza fiscal nos permiten ver en la oscuridad. Apagarlas puede salirnos muy caro.

Frances Swett