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Un vecindario alterado

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Durante más de cuarenta años el modelo chileno fue considerado exitoso. Se ha desgastado enormemente esos diez años últimos

El vecindario del nuevo gobierno ecuatoriano que se inicia el 24 de mayo tiene un contexto regional adverso. Lo que está en cuestión en casi todos los países cercanos es el modelo de democracia liberal, que es precisamente el que el presidente Guillermo Lasso quiere consolidar.

La crisis regional actual no puede entenderse con los términos de la clásica división de izquierda y derecha, típica de la Guerra Fría y que algunos todavía utilizan como categoría de análisis. Sin embargo, la complejidad de los actores sociales que participan en los actuales movimientos de protesta que ponen en crisis la estabilidad de los gobiernos democráticos de la región no se reduce a esa contraposición. Lo que puede decirse más bien es que asistimos al ascenso de múltiples gobiernos autoritarios opuestos al modelo de democracia liberal. Las protestas que acosan a los gobiernos de turno plantean múltiples demandas y no hay como en el pasado, dirigentes que lideran esos movimientos.

El fin de semana pasado, sábado y domingo, por precaución sanitaria, los chilenos eligieron a los nuevos congresistas encargados de redactar una nueva constitución que deseche la vigente desde 1980, en los días de auge del pinochetismo. Los estudiantes fueron uno de los actores claves en las manifestaciones de octubre de 2019, una de cuyas demandas fue la convocatoria a un plebiscito donde se plantease la opción de una nueva constitución. Para estos jóvenes, la constitución vigente era la herencia del régimen militar que, aunque terminó cuando ellos no nacían, representa sus frustraciones: la desigualdad y la desprotección en derechos sociales básicos como salud, educación, pensiones.

El ambiente en Chile es el de una frustración acumulada, escribía José Joaquín Brunner en El Mercurio. Mal comienzo para una sociedad que se apresta a renovar el pacto social donde es imposible satisfacer todas las demandas y donde la convivencia debe imponerse al conflicto.

Durante más de cuarenta años el modelo chileno fue considerado exitoso. Se ha desgastado enormemente esos diez años últimos.