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¿Adiós al maestro?

Avatar del Joaquín Hernández

Hay una pérdida de autoridad similar a la que sufren todas las instituciones en el mundo occidental,

Recuerdo como la imagen más antigua que tengo del maestro, la que surgió de las lecturas de un libro que nos hacían leer en la escuela primaria, ‘Corazón’ de Edmundo D’Amicis. La sola mención del título no deja de causar cierto rubor. El profesor que aparecía en sus páginas era una especie de santo laico, medio ingenuo, tan lleno de virtudes que era completamente irreal. Su figura solitaria aparecía revestida con todas las virtudes de este mundo: esfuerzo permanente, dedicación exclusiva, generosidad sin prueba, sacrificio personal sin esperar en esta tierra otra cosa que el bienestar de sus alumnos.

A estas alturas es lícito preguntarse si hubo alguna vez un santo laico. Ya en la secundaria aparecieron verdaderos hombres de carne y hueso, con sus fortalezas y sus debilidades. Los protegía, eso sí, hasta ese momento, el prestigio otorgado por una sociedad relativamente estable y convencional, donde cada uno tenía papeles asignados que se respetaban con bastante énfasis. El profesor era el profesor, y el padre de familia y por supuesto el alumno, oyentes y cumplidores de sus instrucciones.

Ambas figuras, la del santo laico y la del profesional, han desaparecido por los cambios que se han registrado en las últimas décadas. En primer lugar, por la pérdida del prestigio que todas las figuras de autoridad han sufrido. Al fenómeno cultural de la ‘muerte del padre’ (‘no soy papá, soy amigo’ como ineficaz fórmula transaccional), acompañó la ‘muerte del profesor’. En el fondo, la puesta en evidencia a nivel social de lo que Lacan llamó en su momento “el sujeto supuesto saber”. Padres de familia y estudiantes, con razón o sin ella, dudan de las decisiones del profesor y lo cuestionan. Hay una pérdida de autoridad similar a la que sufren todas las instituciones en el mundo occidental, empezando por las democracias liberales hasta la Iglesia.

Pero la autoridad no es el único desafío del maestro. Hay otro más de fondo que le viene desde la tecnología y no solamente de la tecnología entendida como instrumento, sino como una especie de alter ego que elimina muchísimos de los que antes eran atributos exclusivos. La inteligencia artificial puede y de hecho ya está compitiendo y es utilizada por estudiantes. Ante ello, no cabe el refugio en el pasado sino la decisión de asumir el presente.