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Jeannine Cruz | Maduro y sus tentáculos en Ecuador

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La decisión de Noboa de declarar al Cartel de los Soles grupo terrorista y enemigo del Estado es un punto de quiebre

El Cartel de los Soles no es un invento, sino prueba de que en Venezuela ya no gobierna un Estado sino un narco-régimen. Desde 2004, cuando el periodista Mauro Marcano denunció a generales por narcotráfico y fue asesinado antes de presentar pruebas, quedó claro que el poder militar estaba contaminado. En 2005 diplomáticos alertaban que altos oficiales actuaban como cartel. En 2020, EE. UU. declaró al Cartel de los Soles organización criminal y terrorista, señalando a Maduro como su jefe. Ese es el verdadero rostro del chavismo: un régimen que trafica cocaína, reprime y exporta miseria. En 2025, Ecuador también reconoció la amenaza. El presidente Noboa lo declaró grupo terrorista e instruyó investigar su infiltración en bandas locales. Informes de inteligencia de EE. UU. apuntan a una conexión entre el correísmo y Maduro. No es coincidencia: Luisa González, cercana a Rafael Correa, afirmó que reconocería a Maduro como presidente legítimo. Eso no es diplomacia, es sumisión.

¿Quién financia los viajes de González y sus aliados? No son simples giras. En un país en crisis, esos recursos solo se explican con apoyo externo. ¿De dónde sale ese dinero? ¿Quién está detrás? ¿Quieren usar a Ecuador como plataforma para sostener al régimen de Maduro? El correísmo, que ya comprometió la soberanía ecuatoriana, hoy intenta presentarse como opción política. Pero su intención es abrir las puertas a aliados ‘políticos’ ya calificados de terroristas.

La historia demuestra que los países que permiten que el dinero sucio financie la política pierden su democracia. Ecuador está en una encrucijada: soberanía o sumisión, transparencia o complicidad. El régimen de Maduro destruyó Venezuela. ¿Permitiremos que también destruya nuestro futuro?

La decisión de Noboa de declarar al Cartel de los Soles grupo terrorista y enemigo del Estado es un punto de quiebre. Reconoce una amenaza transnacional que busca infiltrarse, financiar la política y desestabilizar la democracia. Al catalogarlos como terroristas, Ecuador envía un mensaje firme: aquí no hay espacio para el narco-régimen ni sus cómplices.