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Ciudadanía

Avatar del Jaime Rumbea

¿No será que enfatizar las diferencias desdibuja el concepto de ciudadanía?

Cuando estaba en la universidad me pidieron responder en un examen si estaría de acuerdo con darle derechos de ciudadanía a chicos menores de 15 años. Para responder, obviamente, me tocó pensar qué justificaba dárselos y qué justificaba negárselos.

Ciudadanía es, en los términos que la entiendo aquí, el conjunto de derechos y deberes que tenemos las personas con respecto a nuestros vehículos de gobierno; es la relación contractual que tenemos con el Estado.

Y aunque parece un concepto sencillo la ciudadanía es la clave de nuestras relaciones sociales: es la medida que dicta si los ciudadanos configuramos el poder o viceversa.

En Ecuador, por ejemplo, los adolescentes tienen desde hace pocos años derechos que reconfiguraron su ciudadanía. Desde hace aproximadamente una década, jóvenes mayores a 16 y menores a 18 años pueden votar.

¿Y qué significa esto? Que los jóvenes inciden en lo que pasa en su país, eligiendo políticos, definiendo políticas económicas, protagonizando de alguna forma su destino. Son, así, ciudadanos como otros,

Claro, alguien puede decir, justificadamente, que los menores de edad no deben votar. O decir lo mismo sobre los ancianos o los analfabetos; o las mujeres, o las personas jurídicas. Esa es en efecto una de las historias comunes dentro de la democracia moderna: discutir las diferencias entre la gente pero concentrarse en las similitudes.

Por eso sorprende leer en estos días titulares incisivos que en lugar de reforzar los elementos que justifican ampliar derechos de ciudadanía, encontrando patrones de similitud entre las personas, que justifiquen su equidad, parecerían socavarlos.

Un reputado diario se concentraba hace unos días en que solo 4 % de los estudios sobre COVID-19 discriminan sus efectos entre hombres y mujeres.

Y si bien es importante saber los efectos del COVID discriminadamente entre poblaciones, bien vale detenerse en ello. ¿No será que fijarse en las diferencias propicia encontrarlas y precipita su reforzamiento? ¿No será que enfatizar las diferencias desdibuja el concepto de ciudadanía?